martes, 5 de noviembre de 2024

Cuando Halloween se hizo realidad




CUANDO HALLOWEEN SE HIZO REALIDAD                     3.11.2024


Andaba yo cavilando sobre las festividades de estos días y, más fiel a la tradición que a la modernidad, pensaba cómo iba a abominar de los trucos y los tratos, hasta que Halloween se hizo realidad en forma de DANA cambiando esqueletos de plástico y sangre mentida por un diluvio universal acompañado de un terrorífico espectáculo pirotécnico. Los medios nos muestran un escenario dantesco, un amasijo de barro, casas y carreteras destrozadas, coches amontonados y nuevos náufragos a la deriva. Las cifras de los daños y los muertos son escalofriantes. 

Pegada a la radio, escucho que en el Congreso de los Diputados han suspendido la sesión en la que iban a discutir, no construir, una vez más y han visto que no era día para eso. ¿Qué harán hoy nuestros diputados? ¿Viajarán a los lugares del desastre? ¿Día libre? ¿Pensarán? ¿Les dolerá? 

Horas más tarde, un científico opina que hay partidos que dan la espalda a la ciencia, que la raíz de la intensidad y la frecuencia de los desastres está en el cambio climático, que no tenemos perspectiva frente a los peligros a largo plazo. Es verdad que cada cierto tiempo ocurren catástrofes pero el cambio climático no se fragua en unos días. Son muchos años esquilmando la naturaleza, legislando a favor del dinero que destruye construyendo sin control, como sea y donde sea. ¿Cuántas veces nos tienen que recordar que en ese cauce, rambla,... no se debe construir porque algún día la naturaleza reclamará su territorio? Por las buenas, o como ahora, por las malas. 

Y ahora parece que el Mediterráneo es un punto caliente con mucha energía acumulada, el escenario idóneo para la tragedia (dos mil quinientos años después), el Mare Nostrum del que nos hemos apropiado literalmente para sembrarlo de dinero y paraísos artificiales de cemento que ahogan la vida natural, que calientan la temperatura del agua y que terminarán por asfixiarnos si no ponemos coto a este sinsentido. 

Hace unos años dio una conferencia en la Región de Murcia el científico Miguel Delibes de Castro, hijo del insigne escritor y amante de la naturaleza. De casta le viene al galgo. Advirtió de la situación inquietante y de la desaparición de especies a un ritmo elevado. Estas fueron algunas de sus palabras: “Sin la naturaleza no vamos a ningún sitio, es un lujo y es necesario conservarla por nuestro propio bien, dependemos de ella más que ella de nosotros”.

Ojalá que se mejoren infraestructuras y protocolos, que tomemos conciencia y abandonemos la inacción por un modelo de vida saludable que nos permita seguir aquí, que las políticas públicas actúen para estar preparados y se minimicen los daños cuando vuelva a ocurrir. Porque volverá. 

Respecto a Halloween, me encuentro en una contradicción. Ojalá todos los afectados y fallecidos pudieran estar celebrando esa fiesta o la que hubieran querido. Hay mucha faena por delante y mucho dolor que superar. Este año, con mucha más tristeza, algunos miraremos al cielo y “celebraremos” irremediablemente los Días de Santos y Difuntos. 

lunes, 28 de octubre de 2024

El paraíso de la pobreza

 




EL PARAÍSO DE LA POBREZA                                    20.10.2024

    Hace unos días la Agencia Tributaria ha publicado unos datos sobre los municipios con menor renta de España. De los veinte que aparecen, quince son andaluces, mayoritariamente de la Andalucía Oriental. ¡Ay, mi Andalucía Oriental! Y concretamente cinco, de la provincia de Jaén. A nivel andaluz, también Jaén es la provincia más pobre. Por comunidades, Andalucía y Extremadura son las regiones con las rentas más bajas. Así que ahí estamos, en el fondo del fondo.

    Los representantes locales hablan en los medios de falta de inversiones, de malas comunicaciones y éxodo rural que condena a sus pueblos al abandono. También del monocultivo del olivar amenazado por la desertización. Y de paso, le echan la pelota a los de la otra administración, a los del tejado contrario. Ya en el siglo VI a. de C. el filósofo chino Lao Tse se preguntaba: “¿Se podrá amar y gobernar un país sin recurrir a subterfugios o hipocresías?”.

    La pobreza económica es, sin duda, uno de los mayores problemas que atenaza a la provincia. Además, nos desangramos con la continua pérdida de población: casi veinte mil personas en los últimos cinco años. Unas cifras que deberían descorazonarnos.  

    Aparte de la pobreza económica, me preocupa la pobreza cultural, que creo que influye directamente en la primera. Incluso en algunas localidades que aparecen con rentas más altas viven en un erial cultural, de espaldas a su patrimonio y hacinados en el aislamiento mental y en el analfabetismo.

    A veces la riqueza económica aporta “calidad de vida” exclusivamente a nivel material. Gran parte de la población desconoce sus raíces, no lee, no crece, no forma parte de ninguna asociación social o cultural, no reivindica mejoras en sus pueblos y vive sumida en la superficialidad de la globalización, las estridencias y el espectáculo barato y de mal gusto.

    He constatado cómo en una provincia tan plena de naturaleza, muchos de mis alumnos no conocen espacios naturales de gran valor en su propio pueblo. Sus paseos por el campo llegan solo hasta el cortijo familiar.

  Efectivamente, se necesita dinero. Pero también falta trabajo en educación y cultura, en emprendimiento, en imaginación y en amor hacia lo propio. El dinero sin un proyecto, sin consolidar lo exclusivo de cada lugar se evapora con facilidad. Qué buen ejemplo nos han dado nuestras estrellas Michelín ligando el pasado con la modernidad.

    He asistido estos días a la feria de turismo Tierra Adentro y al Encuentro de escritores de Jaén. Hay mucha calidad en nuestro paisaje y en nuestro paisanaje. Y seguro que en otros campos ocurre lo mismo. Quizá solo falta creérnoslo, cambiar mentalidades y atavismos, aprender de buenos modelos, unir fuerzas y trabajar en la misma dirección para desterrar la pobreza del paraíso. No solo del paraíso jienense. En estos días de Hispanidad, quizá es una de las mayores enfermades del paraíso español. Me viene a la memoria el dolor por España de los noventayochistas, la imagen machadiana de una España “vieja y tahúr, zaragatera y triste” que no conseguimos erradicar. 

sábado, 28 de septiembre de 2024

Pedaleando


                         Revista "Educando de otra manera" nº 1 IPEP Jaén          junio 2024

PEDALEANDO

Escribí un artículo sobre la enseñanza en el IPEP al término del primer trimestre. Y ahora creo que ya tengo el rodaje de casi un curso para valorar con más detalle la enseñanza en este centro.

La mayoría de mis primeras impresiones se han confirmado. Y a lo largo del curso he seguido viendo nervios, preocupación, ilusión, vidas que se hacen y se deshacen con el peso de las cargas familiares o profesionales. He escuchado palabras como: “Tengo el taller a tope”, “Me han cambiado el turno”, “Mi madre con alzheimer”,... He seguido recibiendo mensajes desde la cárcel como: “Muchas gracias por su apoyo, significa mucho para mí”.  También ha venido una niña de dos años a recoger a su padre y presentármela este: “Mira, Laura, esta es la profe de papá”.

Hemos vivido muchos exámenes y oportunidades extraordinarias: pruebas libres, exámenes fuera del centro,... Después de un curso de trabajo intenso, han tenido resultados bastante buenos. Conforme iban saliendo notas me iban escribiendo o llamando para decirme con una alegría inmensa que habían aprobado. He escuchado a alumnos balbucear a través del teléfono entre lágrimas y sollozos después de enterarse de un aprobado: “Se lo tenía prometido a mi madre, antes de que se fuera”. Y así día a día he visto cómo iban cerrando cuentas pendientes con ellos y con sus familias y al mismo tiempo, abriéndose paso a la incertidumbre de las posibilidades y sueños futuros. 

Algunas de las experiencias novedosas han sido que existe incluso la posibilidad de examinarse en un centro aunque se pertenezca a otra provincia. Pues bien, permitidme una anécdota entrañable. Llegué al examen y en la puerta de la biblioteca había una pareja joven con una bebé de meses en un carrito. Intentaban dormirla para que la madre (matriculada en el IPEP de Almería desde donde nos han mandado el examen y lo corregirán, pero residente en la provincia de Jaén) pudiera hacer el examen con tranquilidad. Empezó el examen y la niña se quedó fuera con el padre pero tiempo después arrancó a llorar desconsoladamente y le pedí a la madre que saliera a coger a la niña. Así que la escena fue de película: una madre joven terminando un examen con su bebé en brazos. Creo que en algún examen posterior tuvo incluso que darle el pecho. 

La realidad, más allá de lo sentimental, es que poco a poco han ido despidiéndose y estamos cerrando el curso. 

Ha sido mucho lo que he aprendido de ellos. Son un ejemplo de los esfuerzos que hay que hacer para conseguir objetivos. Un ejemplo de que nadie te regala nada en la vida. Y es aquí donde quiero hacer una puntualización.

Es posible que circule la idea de que es muy fácil aprobar en el IPEP, de que las notas se “regalan”… Os voy a contar la realidad que yo he conocido: en el IPEP hay muchísimo alumnado matriculado pero un porcentaje muy bajo es el que sigue el curso con normalidad. Me refiero a asistencia regular, entrega de tareas, realización de exámenes, conexión a la plataforma,... El resto han abandonado o han cambiado el rumbo a lo largo del curso. Es verdad que el alumnado que trabaja día a día suele obtener buenos resultados pero ¡ojo!, no les regalamos la nota, lo que ocurre es que se dejan la piel.

Ahora que se acerca el verano, me vienen a la memoria las retransmisiones del Tour de Francia en los tórridos veranos de mi juventud. Aunque el ciclismo es un deporte solitario y con gran dificultad, entonces yo no podía entender que el equipo apoyara y tirara de un corredor. Y ahora es lo que veo en mis clases a diario. No todos lo consiguen pero sí los que no dejan de pedalear durante todo el año. Cuando pueden, como pueden, a deshoras, a contratiempo, con el viento en contra, con pinchazos,... Muchas veces se genera un buen ambiente en clase que hace que se constituyan en equipo, en red, en amistad, en el impulso que necesitan para coronar el siguiente puerto o el final de etapa. Y así han atravesado el curso. En solitario, en grupo, con nuestra orientación y ayuda, por supuesto,... como supervivientes de sus vidas pero siempre PEDALEANDO.


lunes, 16 de septiembre de 2024

Sabores alcudianeros









SABORES ALCUDIANEROS

Es posible que cuando leáis estas líneas, recordéis vivencias del pasado, muchas de ellas relacionadas con las fiestas. También estoy segura de que el programa de Santo Cristo llegaba o llega a vuestras casas en los mismos días en los que se asan pimientos, se hace conserva de tomate o sangría de melocotón. Esto último para alegrarnos un poco más las celebraciones con nuestra familia y amigos.

               En mi caso, además de lo que he mencionado anteriormente, recuerdo a mi familia de fuera venir durante todo el verano y especialmente en las fiestas de Santo Cristo. Si les preguntábamos por las comidas que más les apetecían, lo que más añoraban por esta época era el ajillo o una buena fritada de tomate y pimientos asados con conejos o pollos caseros. Si eso iba acompañado de los restos de embutidos que podían quedar por esta época (morcilla, chorizo, lomo de orza,…), el menú ya era perfecto.

Otra fecha del verano en la que se disfrutaban estas viandas era en torno al quince de agosto, en un día de río o día de la Virgen, en el que se cocinaba en una lumbre al fresco de una alameda. Como dice el refrán popular: “Miel sobre hojuelas”.

               Lo mismo podemos decir de otras celebraciones a lo largo del año. Cualquier festividad iba acompañada de sus platos típicos. Podemos recordar el olor a dulces navideños amasados por nuestras madres y abuelas en las panaderías del pueblo. O las natillas, hojuelas, borrachillos, … que degustábamos en Semana Santa.

¿Y qué decir de la matanza? Conocer todo el proceso de curación de los embutidos o aliñar las masas con los “avíos” (matalahúva, orégano, pimienta, clavo, almendras…) era un auténtico ritual lleno de sabiduría ancestral y un festival para los sentidos.

Otras tareas como hacer vino o queso, que eran muy frecuentes en muchas casas, se han perdido en apenas una generación.

               En el día a día, todos hemos degustado o hemos oído hablar de manjares como alimentos, gachas, migas, sopas de pimientos y tomates, tallarines, gazpacho de pepino, talvinas, rinrán, asado, potaje de castañas o bolones, … Palabras como “macarros”, “engañifa”, “calostros”, “magrilla” o “el testamento del marrano” ya son palabras nos llevan a otra época. Son palabras que nuestros abuelos usaban en su rutina alimentaria, nuestros padres conocían pero usaban menos y las siguientes generaciones, ni una cosa ni otra.

               Seguro que recordamos el olor de las flores de un sitio, las guindas o las moras de otro, un parral concreto, aquellas higueras, … Y también ligado a algunos establecimientos que tenían tapas o bebidas exclusivas. Alguna gente mayor me ha recordado el sabor inconfundible de las pasas con aguardiente que servía mi abuelo Chusco en su taberna.

               Quizás a estas alturas del texto, los mayores tengáis la boca hecha agua y mucha nostalgia y recuerdos acumulados. Y por otra parte, es posible que muchos jóvenes estén totalmente ajenos a todo lo que estamos recordando.

               Es evidente que en esta sociedad globalizada, compartimos comidas con otras zonas de España o del mundo, pero también es innegable que tenemos ingredientes propios, un clima y una ubicación determinada que hace que nuestra tierra ofrezca productos que a lo largo de la historia se han cocinado o conservado de forma única. He podido comprobar cómo si nos alejamos unos kilómetros de nuestra comarca o de nuestra provincia, desaparecen las típicas ristras de pimientos secos que podemos ver en nuestros pueblos y que dan un sabor tan característico a nuestros platos. O la tradicional colación con chocolate y dulces del Viernes Santo que no se celebra en otros pueblos de alrededor.

Con los productos de proximidad o de kilómetro 0, cultivados de forma ecológica en nuestra vega (que tienen un sabor mucho más auténtico que lo que compramos en el supermercado) y con nuestras recetas, en otros sitios, grandes cocineros hacen alta cocina, mirando hacia su pasado.

               Nuestra gastronomía surge principalmente de la ganadería y de la agricultura, agri y cultura. Es nuestra forma de ver el mundo, es nuestra historia, es la forma en la que hemos afrontado la supervivencia de generación en generación a lo largo de los siglos. Y todo ello es algo exclusivo, nuestro, de igual forma que en otros lugares tienen otros productos y tradiciones.

Nos sorprendemos cuando vemos a los británicos tomar embutidos y huevos en opíparos desayunos. Sin embargo, desconocemos que nuestros abuelos desayunaban gachas y migas antes de irse a trabajar o que tomaban olla con carne o tocino mientras estaban segando en el Cerrajón.

               Los niños de hoy son aficionados a programas de televisión sobre cocina pero quizá no han amasado y aliñado lo suficiente con sus abuelas.

De comidas hablan los libros de viajes, los libros de historia o las obras literarias. Nuestro paisano Pedro Antonio de Alarcón recoge en su libro El sombrero de tres picos los productos que se recogían hace exactamente ciento cincuenta años y que nos siguen siendo familiares:

lo que daba el tiempo, ora habas verdes, ora cerezas y guindas, ora lechugas en rama y sin sazonar, que están muy buenas cuando se las acompaña de macarros de pan de aceite; […], ora melones, ora uvas de aquella misma parra que les servía de dosel, ora rosetas de maíz, si era invierno, y castañas asadas, y almendras, y nueces, y de vez en cuando, en las tardes muy frías, un trago de vino de pulso (dentro ya de la casa y al amor de la lumbre), a lo que por Pascuas se solía añadir algún pestiño, algún mantecado, algún rosco o alguna lonja de jamón alpujarreño.

               La gastronomía local es tan patrimonio como un monumento o un acontecimiento histórico. Y hay unas preguntas que quiero compartir con vosotros: ¿Conocemos nuestras recetas típicas? ¿Las cocinamos? ¿Están en vías de desaparición? Creo que es difícil encontrar gente menor de cincuenta años que sepa cocinar nuestras recetas. Me temo que muchas recetas se han perdido o solo quedan en la memoria frágil de las abuelas, que guardan esos secretos culinarios y cocinan para sus familias con mucho amor.

Ya en el siglo XIX la escritora Emilia Pardo Bazán puso por escrito lo que muchos pensamos: “Cada nación tiene el deber de conservar lo que la diferencia, lo que forma parte de su modo de ser peculiar”. Cada nación y cada pueblo. Este abandono, como ocurre en otros campos, es una pérdida de identidad total, un desprecio a nuestra cultura, a nuestro patrimonio y a nuestra historia. Está bien estar abiertos al mestizaje, a otros sabores y costumbres, pero si perdemos lo nuestro, nadie lo recuperará. Quizá una libreta en mano y una conversación con las mujeres mayores de nuestro pueblo o de nuestra casa sea el primer paso.

La comida es compartir, es vivir con nuestra gente, es recordar momentos de disfrute y encuentro, de infancia y juventud, de fiestas, de risas, de amistad en torno a una tapa, una comida, un dulce o un vaso de sangría. Que no nos falten esos momentos donde reside la mayor de las riquezas.

¡Buen provecho!




 

sábado, 31 de agosto de 2024

Reencuentros



REENCUENTROS                                                                    25.8.2024

    Acaba de pasar el ecuador del quince de agosto, una fecha y un mes que no dejan indiferente a casi nadie. Cuando las vacaciones rompen nuestras rutinas se producen alteraciones positivas y negativas a las que hay que adaptarse. Pueden ser de todo tipo: físicas, psíquicas, sociales, familiares, profesionales,... Es también el momento de encauzar el futuro, de reconducir el camino y de encontrarnos con nosotros mismos.

    Pero es en el encuentro y en el reencuentro, en ese pequeño detalle del prefijo re-, donde quiero poner la atención. 

    En verano se suelen producir las vueltas a los lugares habituales de vacaciones y a los pueblos de origen. Y sin gran esfuerzo nos reencontramos con paisanos y gente conocida.

    Hay reencuentros insustanciales o tediosos que están modelados más por las relaciones familiares, la cortesía social y el mundo de las apariencias que por el deseo de compartir tiempo con alguien.

    Pero otras veces los encuentros, esperados o no, hacen palpitar el corazón y llevan a un pasado compartido, a los recuerdos de infancia y adolescencia o a experiencias imborrables.

   Hay impulsos inconscientes que hacen que determinadas personas nos atraigan, produzcan admiración y coincidencia en la forma de ver la vida. Volver a ver a esas personas nos conmueve y produce una alegría inconmensurable. 

    Por otra parte, mayoritariamente en los pueblos ocurre el fenómeno de que solo por pertenecer a una familia, de ser hijo de, hermano de,...  se abren las puertas y el corazón.

    En estos casos no importa el tiempo que lleven sin verse. A veces no es necesario ese contacto diario que permite la tecnología actual. El tiempo se congela y se vuelve a un pasado lejano “como si fuera ayer”.

  Suele pasar que cuando recorremos una distancia corta podemos encontrarnos, saludar, interesarnos o que se interesen por nosotros un buen puñado de personas. Estas continuas paradas provocan sorpresa a aquellos acompañantes poco acostumbrados a estas rutinas. 

    Como dice mi admirado Andrés Ortiz Tafur: “Si estos reencuentros ocurren en fiestas, recibimos y damos los besos y abrazos de todo el año en tres o cuatro días”.

    Esto es pueblo, es comunidad, es hermandad, es humanidad.

    A veces el encuentro va también acompañado de algún pequeño obsequio, normalmente productos caseros o de la huerta (huevos, pimientos, tomates, frutas, carne,...) con los que ofrecen lo que ellos mismos han criado o cultivado. Son detalles en  apariencia poco glamourosos pero de una calidad y un valor insuperables. Son regalos que saben a gloria y con los que los vecinos dan lo mejor que tienen.

    En un mundo en el que todo hay que pagarlo y cuanto más vale, más importancia le damos, estas situaciones, estos reencuentros especiales no tienen precio.

    A veces estas casualidades, además de transportar al pasado y alegrar el presente, quizá puedan cambiar el rumbo del futuro. 

    En cualquier caso, cuando cerramos la maleta del verano ya esperamos las sorpresas del verano siguiente. Como escribió Dickens: El dolor de separarse no es nada comparado a la alegría de reencontrarse.


miércoles, 14 de agosto de 2024

“El sombrero de tres picos” ciento cincuenta años después

 


“El sombrero de tres picos” ciento cincuenta años después

                                                                                                    IDEAL GRANADA 12.8.2024

     Nadie pone en duda que el accitano Pedro Antonio de Alarcón se encuentra en un lugar principal en el mundo de las letras hispanas. Parece que fue el novelista más leído durante tres décadas del siglo XIX. Prueba de ello son las numerosas reediciones y traducciones y los grandes elogios recibidos por parte de la crítica. Además de escritor, fue periodista, académico, viajero y testigo de su época, lo que le llevó a crear una obra rica, variada y amena.

    Su obra no se ha dejado de leer y estudiar a lo largo de los años. Pero no lo suficiente. Conozco a un puñado de fieles estudiosos alarconianos, sobre todo en su tierra natal. A pesar de esto me pregunto quién lo lee, qué hacen en su Granada, en su Guadix por conocer, disfrutar y difundir su obra.

    Hace un par de años, en julio, en un aniversario de su muerte, consulté en redes sociales si había alguna actividad conmemorativa en su ciudad natal. Hubo quien me contestó con cierto malestar diciendo que Pedro Antonio ya tenía una estatua en el parque, había un premio (por cierto, muy valioso) y un instituto con su nombre. A lo que podríamos añadir que da nombre a las calles de la movida de finales del siglo XX en la capital granadina. Y ya está. Con eso era suficiente.

    El caso es que hace unos días, el 2 de agosto de 2024 se han cumplido 150 años de la publicación de una obra fundamental, El sombrero de tres picos. La obra, inspirada en el romance de “El corregidor y la molinera”, apareció primero por entregas en la prensa y después en un volumen. Alcanzó un gran éxito de crítica y gran difusión. Se trata de una obra que, además de la influencia literaria, encandiló e inspiró a grandes artistas del mundo de la música y la pintura como Manuel de Falla, Pablo Picasso o Salvador Dalí. El primero compuso la música para los ballets rusos de 1919. Creó una obra con gran riqueza musical en la que hay gran variedad de ritmos, referencias musicales a artistas como Beethoven,... Posteriormente incluso ha sido adaptada para guitarra flamenca por Paco de Lucía. Picasso, por su parte, diseñó el decorado y los figurines. Por último, Dalí ilustró una edición francesa de 1959. Además esta obra también se ha llevado al cine en varias ocasiones.

    En mi opinión, la mejor edición que existe de la obra salió en 2009 en la editorial Padaya de la mano de grandes alarconianos como Luis Muriel Burgos y Julio García de los Reyes. Algunos cafés nos tomamos hablando de las posibilidades didácticas de la obra, proyecto que se vio truncado por el temprano fallecimiento de Luis Muriel.

    Llevo esperando más de medio año que alguien hable del ciento cincuenta aniversario de El sombrero de tres picos. Hasta donde yo he podido saber, solamente ADEPA, una asociación que defiende el patrimonio, y algún que otro particular, lo han reivindicado en estos meses.

    En la Red de Bibliotecas escolares de la provincia de Granada parece que no ha calado este aniversario en el pasado curso. Por otra parte, hace unas semanas pasé por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Guadix, pregunté por el tema y me dijeron que algo había previsto después del verano. Me llevé una grata sorpresa cuando hace unos días organizaron una magnífica ruta por el Guadix de Pedro Antonio de Alarcón, guiada magistralmente por el profesor José Manuel Rodríguez Domingo. Y además con gran afluencia de público. Lo curioso es que parece que la bombilla se les “encendió” a partir de mi comentario reivindicativo. A lo mejor debemos hablar, pedir y sugerir más. Desde el Ayuntamiento me aseguran que se avecinan buenas iniciativas en el futuro. Y algunos lo esperamos ansiosos.

    Siento envidia cuando en Granada se huele, se saborea, se palpa, se respira a Lorca, en Soria a Machado, en Praga a Kafka o en Dublín a Joyce,... ý me da pena que Guadix, la comarca y la provincia de Granada le den la espalda una vez más a Pedro Antonio de Alarcón.

    Siempre en su tierra las iniciativas han sido escasas y aisladas y nunca ha habido un programa estable sobre el gran escritor y su obra. Es evidente que se puede y se debe hacer mucho más. Lo mismo que se reivindican otras fiestas y tradiciones, por ejemplo el Cascamorras, el Carbonero alcalde en La Peza, ahora la leyenda del monstruo de Ferreira,... Guadix debería estar llena de corregidores y molineras, tío Lucas y Garduñas, capitanes Venenos, Venegas y Fabianes Conde, mujeres altas y calaveras con clavos,... Debería haber fechas, rutas, congresos, encuentros, dramatizaciones,... y todo lo que se nos ocurr.

    ¿Y qué decir del mundo educativo? Es una auténtica barbaridad que en los colegios, institutos, escuelas de artes, centros de profesorado, bibliotecas escolares de la ciudad, la comarca y la provincia no se lea y se difunda la obra de Pedro Antonio entre el alumnado. Los que conocemos ese campo sabemos todo lo que se promocionan determinados temas y efemérides. Con financiación del Ministerio de Educación y de la Junta de Andalucía he recorrido varias veces nuestro país y nuestra comunidad acompañando a escolares en rutas literarias, culturales y científicas y puedo asegurar que eran viajes de mucho mayor calado que cualquier viaje de estudios al uso. ¿Dónde están las unidades didácticas y las situaciones de aprendizaje que acerquen a los más jóvenes a Pedro Antonio? Si nosotros no conocemos, compartimos y amamos lo nuestro, ¿quién lo va a hacer?

    Las iniciativas también pueden venir desde otras instancias. ¿Por qué no el apoyo de la prensa granadina con una edición por entregas como la primera? ¿Y la labor activa del Centro de estudios alarconianos? ¿Y una edición conmemorativa a cargo de la Diputación provincial? ¿Dónde recalará por fin la sala alarconiana? Creo sinceramente que estamos desperdiciando un tesoro que habla de nuestra idiosincrasia y de nuestra propia historia. Creo que, a todos los niveles, seguimos dándole la espalda a nuestro gran escritor.

    No quiero perder la esperanza. Quiero dormir lo que queda de verano y soñar con un otoño y un futuro alarconiano. Quiero pensar que todos estos meses han sido de preparativos y reuniones y que, a la vuelta de vacaciones, desde todos los ámbitos y rincones de nuestra tierra, desde este valle risueño, se está trabajando para hacer justicia a nuestro Perico.

 

jueves, 18 de julio de 2024

La pandemia de la soledad



 

LA PANDEMIA DE LA SOLEDAD                                                        14.07.2024

   Parece que hay culturas como la mediterránea en las que las relaciones sociales son más importantes. Nos gusta el sol, la calle y estar con la gente. Y especialmente en verano. En cambio, en otras zonas más frías hay mayor tendencia al recogimiento y a la soledad.

    Aprender a estar solos es quizá una asignatura pendiente en nuestra cultura. Estar con uno mismo, entregados a un libro o a alguna afición llena los vacíos que intentamos compensar apoyándonos en los otros. Aunque también hay que diferenciar la soledad elegida y la soledad impuesta.

    El estilo de vida, especialmente en las ciudades de muchas partes del mundo, está abocado a las prisas, a la incomunicación y al aislamiento frente a décadas anteriores en las que las familias eran tribales y los barrios y las comunidades de vecinos eran auténticas redes de convivencia y soporte mutuo.

    La soledad es una de las grandes pandemias internacionales. De hecho, hay países como Japón o Reino Unido que tienen un Ministerio de la soledad.

   Esto se agudiza cuando se trata de personas mayores o con algún grado de dependencia. La imposibilidad de comunicarse con alguien cercano hace que el único refugio sea el pesimismo. Y el verano rompe las rutinas, los cuidados y los servicios, dejándolos en un compás de espera del abandono hasta el otoño.

   Hace unas semanas RTVE nos ofreció un reportaje sobre los ancianos en Japón, el país más envejecido del mundo. En el país nipón, cada año cinco mil ancianos cometen pequeños hurtos para entrar en prisión. Así consiguen salir de la precariedad, encuentran comida, atención médica y, sobre todo, compañía.

   Me sorprendo cuando unos amigos que han hecho un crucero por todo el mundo durante varios meses me dicen que han fallecido varias docenas de ancianos a bordo. Por lo visto, cuando hay más solvencia económica, algunos abuelos eligen crucero en lugar de geriátrico. Se embarcan continuamente para estar cuidados, acompañados y morir en alta mar si se tercia.

    Esta pandemia silenciosa está siendo paliada cada vez más por asociaciones, empresas o proyectos. Es el caso de la empresa jienense Macrosad, recientemente galardonada con el premio Ideal 2024 de Economía. Se dedica a cuidar y a conectar generaciones desde hace treinta años. Con origen en Jaén se ha extendido con acierto por todo el territorio nacional.

    Afrontar este problema con el que tarde o temprano nos toparemos es responsabilidad de todos. Es verdad que no es fácil asumir cuidados. A veces las relaciones familiares son complicadas y con la edad todo se retuerce. Pero también he conocido cómo la alegría compartida con ellos es más alegría y lo que por una parte puede ser una carga o un lastre, también nos sostiene y nos enriquece.

   No sé qué sustantivo abstracto elegir: solidaridad, generosidad, conciencia, valores, filantropía,... Pero el resultado debe ser muy concreto: envejecer de forma más humana. Podemos probar con una llamada o una sonrisa. Es posible que en verano tengamos un poco de más tiempo, también para ellos. 

lunes, 8 de julio de 2024

V Certamen de poesía ALIAR




SOBRE LOS TEJADOS DE DUBROVNIK

“El agua del mar cura todos los males del hombre” 

(Eurípides)

Aquella tarde paseamos

por las murallas junto a los tejados de Dubrovnik.

Entre tejas rojas y ocres,

entre la destrucción y sus testigos.

Seguimos la dirección que marcan

los escasos dos kilómetros

subiendo y bajando 

extasiados ante el brillo terroso de la ciudad de piedra

a nuestros pies. 

Oeste, Sur, Este y Norte

mientras el atardecer ponía 

una caricia tornasolada en nuestra espalda 

y en los tejados de Dubrovnik. 


En silencio imaginamos acongojados

el horror cainita del ayer:

los miles de refugiados 

los miles de cadáveres

según las sombrías estadísticas de la ciudad. 


Y nos besamos.

Entre tejas rojas y ocres nos besamos.


Nos conjuramos para conjurar el odio 

y embalsamar las torres y callejuelas heridas

ansiosos de que sea solo un golpe de mar,

un golpe adriático de agua salada y curativa

quien asedie la fortaleza inexpugnable

y bañe de azul 

y cicatrice

las tejas rojas y ocres de la ciudad petrificada.

Perdónalos, Dubrovnik. Perdónanos.




Entrevista a Rodrigo Fresán

 



Fue un placer charlar con este gran escritor argentino. 


jueves, 13 de junio de 2024

Cultura saludable

                                                     
CULTURA SALUDABLE                                                    10.6.2024

    Hay épocas del año en que suelen aflorar los deportistas por las calles. En Jaén suele ser en vísperas de la carrera de San Antón y en primavera, cuando se vislumbran en el horizonte las vacaciones.

    Conozco gente que vive en zonas lluviosas y camina a diario. Principalmente porque si lo hicieran solo con buen tiempo, casi no saldrían.

    He defendido en muchas columnas el tiempo para leer y crecer interiormente (mens sana). Hoy toca el corpore sano.

    No es necesario afirmar que el deporte en general, todo lo que nos saque del sedentarismo tan impropio del ser humano, es beneficioso para la salud, para vivir más y mejor.   

    Hace siglos que Hipócrates nos dejó reflexiones muy sabias como esta: “La mejor medicina de todas es enseñarle a la gente cómo no necesitarla”. El dilema es qué deporte hacer, cuándo, cómo, dónde,...  

    A pesar de pasarnos toda la vida escolar en clases de Educación Física creo que no se  mentaliza lo suficiente sobre la importancia del deporte, de la necesidad de averiguar qué tipo de ejercicio es adecuado por edades, por sexos, por gustos,... y que vivimos en el total desconocimiento de nuestro cuerpo y de las necesidades de cada etapa. Lo fácil es correr detrás de una pelota sin más. Hasta hace poco no se ha insistido en la conexión entre deporte y salud mental o lo beneficioso que es para las mujeres hacer deporte en etapas como la adolescencia o la menopausia.

    Y nos lanzamos al ruedo deportivo por motivos tan espurios como la operación bikini o caber en un vestido para algún evento sin concienciarnos de la importancia de cuidarnos todo el año.

    Con esta nula formación, nos aventuramos con algún deporte, a veces haciendo grandes excesos, sin conocer nuestras características físicas, las posibles lesiones que se pueden generar,... y muchas veces es peor el remedio que la enfermedad. Aunque siempre habrá algún fisioterapeuta esperándonos.

    Es verdad que cada vez hay una mayor cultura del cuidado personal. No hay barrio en el que no encontremos varios gimnasios, centros de bienestar, médicos o fisios orientando y animando a hacer ejercicio,... Quizá faltan más equipos de todas las categorías y deportes, especialmente femeninos.

Otro factor importante es el negocio de la salud. De unas zapatillas no tenemos conocimientos sobre el tipo de pisada, su dureza o elasticidad, pero sí conocemos todas las marcas y, sobre todo, que sean iguales a las que lleva fulanito o menganito. Y así con el resto del material deportivo.

    Es verdad que cuanta más información tengamos, también en esta materia, mejor. Pero quizá para empezar no está mal coger el hábito de salir todos los días a dar un paseo, a despejarnos con unos miles de pasos a nuestra espalda. Dijo Charles Dickens: “La suma de todo es esta: caminar y ser feliz, caminar y estar saludable. La mejor manera de alargar nuestros días es caminar con paso firme y con un propósito.” Quizá no sea suficiente pero lo importante es el primer paso.