lunes, 13 de marzo de 2023

50 años de ALEA

 






                                            50 AÑOS DE ALEA                                                                            12.03.2023

    “Alcancía, aljofifa, arrenguango, avenate, borrega, calentitos, chaleco, chapú, chorraera, chuminá, engañifa,  jipío, regomello, rejuela, retestinar, saquito, tabalá, tabefe, telera, trasconejar”  son apenas veinte palabras de la muchas que se utilizan en los más de ochenta y siete mil kilómetros cuadrados con los que cuenta Andalucía.

    Entre los más jóvenes, muchas son desconocidas como sucede con las realidades a las que nombran. La mayoría no están en los diccionarios sino en la memoria frágil de los mayores o en cuadernos de pequeñas investigaciones caseras. Al oírlas volvemos con nostalgia a nuestro pasado, que suele estar a demasiadas horas y kilómetros de distancia. Muchas de ellas llevan en su ADN matices de nuestra forma de ser, el sonido y el sabor a trabajo y a humildad, a aceituneros, a pescadores y a mujeres amasando pan en las tahonas de sus pueblos. El verdadero sabor andaluz.

    La estandarización y la globalización o el abuso de extranjerismos llevan a abandonar nuestras palabras y que pasen de ser obsolescentes a olvidarse definitivamente.

    Como estamos en días de entrega de banderas y reconocimientos, el mío va para los lingüistas que hace cincuenta años iniciaron un admirable proyecto de investigación sobre las hablas andaluzas que ha sido la base para todos los trabajos posteriores. Se trata del Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía (ALEA). Dirigido por el castellonense Manuel Alvar, con la colaboración de Antonio Lorente y Gregorio Salvador. Estos tres profesores recorrieron 230 localidades hablando con los lugareños, preguntando, recopilando información sobre lengua y costumbres de cada pueblo. Este ingente trabajo se condensó en seis volúmenes y recoge en 1900 mapas una infinidad de información. Información sobre nosotros. Para los que nos gusta adentrarnos en la Dialectología y en la Sociolingüística, bucear en estos mapas es un auténtico placer.  

    Amar nuestra tierra es, aparte de pagar impuestos, conocerla. Y todo empieza por nombrarla. Siento admiración y rabia al mismo tiempo cuando son los de fuera quienes saben más que nosotros de lo nuestro, quienes me enseñan los paisajes y las bondades de mi tierra,  quienes juegan con nuestras palabras con otros acentos, quienes explotan nuestros productos,... mientras nosotros seguimos tropezando año tras año en la misma piedra: la de la ignorancia, la falta de valoración y de compromiso. Caemos muchas veces en la vanidad y en el orgullo huero. Creemos que amar Andalucía es defender los tópicos que más que ayudar nos lastran. No somos los mejores ni los peores. Pero sí que podemos ser mejores. Y en algunos campos, ya lo somos.

    Tenemos un magnífico producto que ofrecer al mundo: un lugar privilegiado, una tierra rica en variedad y producción, grandes profesionales, arte, patrimonio, cultura y un sinfín de bondades que sin nuestro cuidado y esfuerzo no prosperarán. Y todo empieza con las palabras, que nos abren la puerta de siglos de historia, sabiduría milenaria, mestizaje cultural que conforman nuestra forma de vida. Sin cuidar el pasado, no podremos ganar el futuro. Sin inquina, con la mano tendida. Por Andalucía, por España, por la Humanidad.

 

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