viernes, 13 de junio de 2025

Pasando el tiempo

 





PASANDO EL TIEMPO                                01.06.2025

Levanto los ojos del ordenador y miro el calendario de mi escritorio. No doy crédito. Nos hemos comido los cinco primeros meses de este año casi sin darnos cuenta. Hace algo más de un mes que publiqué mi columna anterior. Además de las vivencias personales, en este tiempo, han pasado demasiadas cosas sobre las que en algún momento he pensado escribir. Pero todo pasa tan rápido que he cambiado de tema varias veces.

En este mes, hemos vivido un apagón inédito que nos ha puesto a hablar entre nosotros y a volver a mirarnos a los ojos a oscuras. Algunos lo vivieron como una tragedia; otros, como un parón interminable. En estos días, también hemos despedido a un Papa y recibido a otro viviendo en directo la emoción del momento. Los aficionados al fútbol y al tenis han homenajeado a jugadores y entrenadores y ya se van adjudicando los trofeos de final de temporada. Nos hemos dado un paseo polémico por Eurovisión. Y todas las tardes podemos ver cómo la televisión pública alcanza unas cotas de mal gusto y degradación insuperables a costa de nuestros bolsillos. También, como buenos cotillas, hemos buceado en los mensajes privados de nuestros gobernantes. Desde América, nos siguen sorprendiendo casi todos los días con noticias surrealistas y poco halagüeñas. La primavera ha venido y se ha ido con la misma rapidez que las noticias. Las flores y la ropa de entretiempo hacen solo un amago de aparecer pues ya tenemos aquí la primera ola de calor del verano. Se suceden exámenes, puesta de banda, comuniones y ropa de etiqueta de todo tipo. Y romerías y fiestas en todos los pueblos. Y en Jaén, en el eterno Jaén, ha empezado a circular el tranvía catorce años después. Todo esto y mil cosas más nos han entretenido unos días para olvidarlas semanas después.

Y lo mismo pasa en nuestras vidas. Vamos de una cosa a otra sin darnos cuenta del paso del tiempo, del tempus fugit. Este tema ha preocupado desde siempre, como nos han contado literatos, filósofos e historiadores. “En el hoy y mañana y ayer, junto pañales y mortaja, y he quedado presentes sucesiones de difunto” escribió nuestro agudo e insigne Francisco de Quevedo.

Lo que ocurre a veces es que vivimos absorbidos y entretenidos con asuntos nimios y descuidamos los importantes. Si estuviéramos haciendo comentario de texto, diríamos que tenemos localizadas todas las ideas secundarias y evadimos el tema principal. Y para mí, el tema principal se llama Gaza, Ucrania y cientos de sitios más donde viven en guerras sangrientas e interminables. Nos llegan cifras terribles que, aunque nos dañan momentáneamente, enseguida tenemos otro sitio más cómodo hacia donde mirar. La historia dará testimonio de nuestra cobardía.

¿Se les pasará el tiempo en Gaza igual de rápido que a nosotros? El paréntesis oscuro del tiempo, de sus vidas rotas, de las calamidades imperdonables y el sinsentido. Ojalá no nos distraigamos con lo insustancial y encendamos luces y tiempos nuevos para ellos y para todos.

 

 

martes, 22 de abril de 2025

¿Resucitaremos?

                                              




¿RESUCITAREMOS?                            20.04.2025


    En estas fechas, tras un largo invierno, la primavera se asoma a nuestras calles y salimos como enamorados a su encuentro. Y si hay una fiesta que se extiende por las calles de todos los pueblos y ciudades son las procesiones de Semana Santa. 

    Tiene gran calado en la sociedad con sus cientos de procesiones, triduos, besamanos y besapies. Está de moda. No hay barrio que se precie que no tenga hermandades y pasos nuevos. Conozco de primera mano, respeto y admiro el trabajo solidario que hacen muchas cofradías a lo largo del año pero creo que el despliegue de lujo y ostentación es excesivo. El propio arzobispo de Sevilla lo ha dicho estos días: “Las procesiones de Semana Santa no son un desfile”. Por algo será. 

    ¿De verdad hace falta tanto? ¿Tantas Vírgenes y Cristos con nombres rimbombantes? No reniego de la “fe de mis mayores”, de las tradiciones “admirables”, de la presencia de obras de arte en nuestras calles, de la riqueza musical e imaginera, de los momentos únicos de devoción pero no nos confundamos. 

No es nada nuevo. Hace más de un siglo Machado ya hablaba de que en toda esa exhibición no había “átomo de religiosidad”. Estoy segura de que ahora es infinitamente superior. Suena “La saeta” por doquier pero casi nadie sabe lo que quiso decir don Antonio en su poema.

    Lo que empezó como una ilustración catequética para el pueblo se ha convertido en idolatría y negocio. “¿En qué habéis convertido la casa de mi Padre?” nos recordaría Él con seguridad. ¿Quién tiene en cuenta más allá del sentimentalismo superficial lo importante de estos días? 

    Los gobernantes también impulsan sin medida estas fiestas y se hacen devotos de todas las imágenes. Devotos de los votos, de los restaurantes y los hoteles llenos en sus ciudades. Y viendo el precio y funcionamiento de las sillas y tribunas… en ciudades como Málaga vamos hacia una Semana Santa en la que se privatiza el espacio público, con procesiones para ricos y guiris.

    Toda esa exhibición es turismo y es folklore pero dista mucho de la fe, del amor fraterno, de Él. Cuidado con ser capillitas que después no cumplimos con nuestro trabajo, evadimos impuestos, sembramos odio en nuestras familias y en nuestro entorno, rivalizamos con la cofradía de enfrente, con el del otro barrio, con el del equipo contrario, prendemos la mecha en redes sociales y permanecemos en silencio ante un mundo lleno de guerras y holocaustos. Que la gomina, los trajes, las mantillas y el incienso no nos unja con la hipocresía de creer ser buenas personas. Que no sea un desfile de Tartufos, de fronteras y puños cerrados, de procesiones llenas y sagrarios vacíos. 

    Deberíamos aprender a unir nuestros hombros con fuerza y valentía no solo debajo de un trono sino durante todo el año y levantarnos todos a una en tantas cosas. 

    Es lo que veo y lo que siento. Dios me libre de juzgar a nadie. Feliz Semana Santa y, si eso, resucitemos.


jueves, 3 de abril de 2025

Día mundial de la poesía en Granada 21 de marzo de 2025 Centro Federico García Lorca

Publicación en la web de Granada Ciudad de la Literatura de la UNESCO 













MUDANZA

No sé cuántos papeles

hemos tenido que firmar

antes de llegar a nuestra casa.


Poco a poco nos hemos familiarizado 

con las muescas de la llave,

hemos recorrido los rincones 

adivinando lo que queremos que pase

en cada uno de ellos.


Apenas hay muebles.

Pronto llegará el colchón.

Los cuadros, habrá que someterlos a  escrutinio

un día de estos. 

Tropezamos con objetos perdidos

y les buscamos utilidad

entre bromas y risas.

La gran hamaca solitaria del rincón

quizá quiera envolver 

nuestros cuerpos cansados. 


Desde esas ventanas miraremos el mundo

como hoy el atardecer nos está mirando a nosotros.

Se hace de noche, 

seguimos la exploración a media luz.

Nunca fuimos tan felices

estando a dos velas.





SUEÑOS

Quienes me conocen, lo saben bien. 

Lo confieso: me duermo con gran facilidad. 

En cualquier sitio encuentro acomodo 

no solo en la cama o en el sillón 

o en los lugares recomendados por el feng shui. 


También en una silla, en cualquier escalón 

acodada en una esquina, incluso de pie. 

He probado misas góspel, ferias, discotecas, 

y noches de carnaval. 


Puede ocurrir en todo tipo de vehículos, 

No tengo problema en los hoteles, en el campo 

o en la ciudad. Dentro o fuera de España. 

Da igual el país o el continente donde duerma. 

En mis sueños, siempre estoy en Granada.



jueves, 27 de marzo de 2025

Premios







PREMIOS                                                            17.3.2025

    Últimamente compruebo cómo no paramos de dar premios y hacer homenajes. En los últimos meses, las medallas y banderas de Andalucía; ahora en Jaén, los premios de la provincia y así un largo etcétera en pueblos y ciudades. Y que tire la primera piedra quien no guste de un reconocimiento. Además, solemos pensar que lo merecemos más que los demás. Ea, somos así.

    No sé si la cantidad de premios es excesiva o escasa. Recuerdo a uno de mis tíos agricultores que dedicó su vida noche y día a sus tareas. Cuando en mi casa veíamos en televisión la entrega de la Medalla del Trabajo, nos sonreíamos pensando que él era el mayor merecedor. Pocos o muchos reconocimientos, lo importante es que sean acertados y que concilien al mayor número de personas posible. Veo que muchas veces lo que mueve los premios es el amiguismo y que nunca se dará a quien está en el polo opuesto, aunque lo merezca. Ya Aristóteles afirmó: “La dignidad no consiste en poseer honores, sino en merecerlos”.

    Hay premios que llegan asombrosamente pronto. Y puede que esté bien. Otras veces se premia a gente con más deméritos que méritos pero que dieron en el blanco en algún asunto. Lo lamentable son los que llegan tarde, demasiado tarde o nunca. Por fin se acuerdan de reconocer al Orfeón Santo Reino. Solo han cantado durante más de setenta años de forma ininterrumpida en Jaén y en gran parte de Europa. Y es una de las formaciones corales más antiguas de Andalucía. Creo sinceramente que ya es hora. No solo de homenajear sino de apoyar ante las piedras que se encuentran en el camino cuando hay tantos kilómetros de recorrido.

    En este tema, hay un caso que me parece sangrante en Jaén: Luis Berges. Ha recibido algunos reconocimientos, pero no los suficientes ni en su ciudad ni en su región. Este arquitecto con un siglo de vida, que ha restaurado todo el patrimonio de la ciudad y muchos edificios imprescindibles de la provincia (¡¡novecientos proyectos arquitectónicos!!) y todavía tiene fuerzas para reclamar a las administraciones que no dejen caer más patrimonio y que conviertan a Jaén en la única ciudad europea con dos baños árabes, ¿todavía no lo merece? Lo conocí hace dos décadas practicando senderismo por la Sierra Sur. Me asombró su habilidad para moverse por los senderos y veredas a pesar de su edad. Pero también me llamó la atención su mirada perspicaz. La mirada cuidadora e incansable de amor hacia su tierra. Probablemente él no necesite homenajes, pero es de justicia. Ya se sabe lo de que quien más hace, menos merece; que nadie es profeta en su tierra; que el elogio de lo propio envilece… y todas esas creencias que dañan siempre a los mejores. El acierto en reconocer lo valioso, sea propio o ajeno, engrandece a quien lo hace. Así lo manifestó J. F. Kennedy: “A una nación se la conoce por los hombres que produce, pero también por los que honra”.

    Pienso en esto mientras paseo por el castillo de Bellver en Palma de Mallorca, precisamente donde sufrió prisión nuestro insigne Jovellanos. Otro ejemplo de amor a España y afán por construir un país civilizado. Se me encoje el corazón ante tanta entrega mal entendida. También compruebo apenada cómo los homenajes empezaron justo unos años después de su muerte.

    Permitidme que ponga en cuarentena los reconocimientos rimbombantes. Creo que hay que buscar entre la gente anónima, en su trabajo responsable sin pretensiones de los brillos fatuos de las medallas ni de los flashes. Para premiados o no, siempre quedará la posteridad.