SOLAPAMIENTOS ESCOLARES 1.11.2022
Con los fuegos artificiales de la feria de San Lucas se cierra el período de transición entre el verano y el curso escolar en Jaén. No seré yo quien diga lo que deben hacer niños y jóvenes por las tardes. Para eso ya están pedagogos, familias y opinadores. El niño que necesita repasar convive con el que se le queda todo a la primera y con el que tiene deberes como tortura por muy entretenidos que sean. Hay tantas variables posibles como opciones aceptables.
Centrándonos en las actividades extraescolares, hay niños que encajan en todas las propuestas que ofrece la tarde: deportes, artes, idiomas, naturaleza,… Y les enriquece y les compensa aunque eso suponga que su “vida laboral diaria” sea demasiado larga. De ahí surgen muchas veces virtuosos como la guitarrista Paola Hermosín. En esas tardes nacen aficiones y futuros trabajos que los acompañarán toda la vida.
En el polo opuesto, encontramos niños que no hacen nada supuestamente “enriquecedor” y se pasan la tarde frente a una pantalla o callejeando con amigos. No sé si es este el aburrimiento que defienden algunos expertos.
Por otro lado, el ámbito rural nos priva de academias, conservatorios y gimnasios pero ofrece como contrapartida la naturaleza en toda su extensión. Sigo en redes sociales a Anita la Cortijera y a mi paisano Joselito Campero, niños apasionados por el mundo rural, sus tradiciones y valores, que no cambiarían por nada del mundo sus hábitos diarios. Y ya quisiéramos los adultos saber hacer un mínimo de todas las tareas agrícolas y ganaderas que ellos dominan con soltura. Son influencers que sobrevivirían en las peores condiciones. Eso sí son competencias clave.
Seguramente el sentido común, el término medio aristotélico y la adecuación a la realidad de cada niño nos guíe hacia lo correcto. Y con las actividades en familia, si la vida laboral lo permite, acertaremos seguro.
En mi plan de estudios universitario había solapamientos en las asignaturas. Tuvimos varias sobre el mismo tema, con profesores distintos, sin coordinación alguna,… con la consiguiente pérdida de tiempo y repetición de contenidos mientras que otros se quedaron sin dar. Y ese solapamiento es el que veo a veces entre las actividades de la mañana y las de la tarde. Puedo entender la tarde como refuerzo de tareas escolares pero no como sustitución. Veo alumnos que en horario escolar no trabajan ni atienden, desprecian a sus profesores y la enseñanza gratuita porque por la tarde prestarán atención a un vídeo o habrá una academia donde les hagan los deberes y les expliquen con igual o diferente criterio los mismos contenidos. Pareciera que solo le damos valor a lo que pagamos o que la enseñanza oficial no nos ofrece suficiente confianza. Si es así, lo conveniente sería demandar calidad. Quienes prefieran la enseñanza privada pueden estar tranquilos porque ya prolifera en forma de másteres y universidades. Solo para quien se lo pueda pagar. Independientemente de lo que legislen, somos nosotros quienes le damos valor, no precio, a una u otra opción.
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