EL SONIDO DEL SILENCIO
7.8.2022
Llega el mes por excelencia de vacaciones y, este año con más ganas todavía, nos desplazamos buscando fresquito, descanso, experiencias y paisajes.
Este verano, he contemplado playas deslumbrantes de Andalucía. Aunque hoy no nos vamos a centrar en la retina sino en el oído. Ya sé que lo ideal para relajarse y el colmo del sibaritismo es cerrar los ojos y escuchar el sonido de las olas, pero no voy a ser tan exigente. No me molesta tampoco, siempre a cierta distancia, oír distintos acentos y conversaciones. Sin ánimo de cotillear, claro. Que los niños vayan y vengan, jueguen y se comporten como niños entra dentro de la normalidad. Lo inconcebible es sobresaltarme con un ruido metálico enlatado que sale de un altavoz a todo volumen que localizo cinco sombrillas más allá y que se mantiene a lo largo de toda la jornada. Los dueños del altavoz han decidido que todos los vecinos debemos anestesiarnos con el ritmo machacón que ellos nos imponen porque sí, porque el espacio aéreo (o sonoro, en este caso) lo manejan ellos.
A pesar del contratiempo, he vuelto a cerrar los ojos y he recordado la importancia de la música durante la pandemia, lo que llevan y traen los políticos quitándole horas a la educación musical, lo maravilloso que es crecer en una casa llena de instrumentos, los más de setenta conservatorios de Andalucía,…
Y solo en Jaén, docenas de bandas, coros, orquestas, etc. Hace unos meses se presentó el disco “Jaén canta a Jaén” en el que artistas como Joaquín Sabina o Carmen Linares entre otros rinden tributo a su tierra con gran maestría. A modo de ejemplo, la Joven Orquesta In crescendo de Jaén, de gira por Francia. La Joven Orquesta Sinfónica de Jaén, recorriendo Italia durante diez días.
Y también los de fuera han venido. Este año, el curso de perfeccionamiento Da Capo ha reunido en Cazorla a un centenar de estudiantes de instrumentos de cuerda de toda España, combinando música con amistad, naturaleza y vida, con la mejor vida para esos niños.
De todos los géneros y colores, me vienen a la cabeza el Premio Jaén de piano, Jaén Jazzy, Blues Cazorla, el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, Etnosur, Música en Segura, las veladas flamencas de verano, conciertos en sitios tan imponentes como el castillo de Baños de la Encina o el festival de Otoño que está a la vuelta de la esquina con grandes nombres en el cartel.
Un profesor me dijo una vez que había solo dos tipos de música: la buena y la mala. Aparte de acercar a los jóvenes a la buena, en los currículums educativos incluiría algo básico: escuchar música a solas y respetar el sonido del silencio.
¿Os imagináis que algún día los del altavoz ponen Nessum dorma o Nabucco a todo volumen? Parece que a quienes les gusta ese tipo de música son más considerados con el prójimo. ¿Será que nunca van a la playa? ¿O es que no tendrán altavoz?
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