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EN TODO AMAR Y SERVIR
31.7.2022
Celebramos uno de los días de San Ignacio de Loyola más ígneos de los últimos veranos desde el punto de vista climático. Y he recordado una máxima del santo vasco: “En todo amar y servir”.
Hace más de un mes que se celebraron las elecciones andaluzas. Ya pasó todo el ruido de campaña, debates, encuestas y análisis por parte de tertulianos expertos y no expertos. Y los de la calle, todos opinamos, sabiendo o sin saber. Y no lo veo mal del todo. No nos van a quitar también eso. El problema surge porque todos creemos que tenemos la razón y la verdad alojadas en nuestra casa y hablamos sentando cátedra. Nuestros argumentos muchas veces son pobres e infundados basados en estereotipos, prejuicios y con información poco o nada contrastada. Qué fácil es mandar mensajes masivos a través de un móvil, el nuevo opio del pueblo. Cuánto odio y falsedad recibimos y reenviamos por inercia en nombre de los intereses de alguien. Solamente una sociedad informada, crítica y con valores podrá alejarse del rebaño.
En todas las elecciones, respeto el resultado, sea el que sea, por un motivo: es la decisión del pueblo. Hemos elegido ciento nueve diputados, de distinta procedencia y con perfiles variados. Todos tendrán que reunirse, negociar, defender posturas e impulsar leyes. Ojalá que lo hagan sin rencores pasados y sin tener como objetivo las próximas elecciones. Gobernar y hacer oposición, aunque en menor medida, también es representar al pueblo. “En todo amar y servir”.
Seguramente todos han hecho un largo recorrido hasta llegar al Parlamento. Es probable que todos deban plegarse a las directrices de su partido. Quizá a veces tengan que tomar decisiones que ni siquiera compartan. Si pudiera decirles algo, les pediría que en el desempeño de su tarea no causen ningún daño irreversible a esta tierra y a su gente. Aquel parque natural, aquel contrato, aquel hospital.
Y como me dirijo a ellos desde el respeto, también les diría que se cuidaran. Después de esas imágenes perfectas de la campaña electoral, les aconsejaría que sonrieran y besaran este verano sin que haya fotografía prevista para las redes sociales. Que se cuidaran de los idus de marzo. De los numerosos “amigos” que van a llegar a partir de ahora, de los de su propio partido, incluso de ellos mismos. La caída, como la de los ascensores de los rascacielos de Nueva York, puede ser silenciosa y fugaz. La puerta alguna vez se abrirá y los invitará a salir.
Y en medio de esta vorágine imprevisible, queda Jaén. La solitaria Jaén. Con una sola consejera. Y tan contentos. Como novedad en estas elecciones, casi veinte mil personas han pensado que Jaén merece otra cosa, algo nuevo para sobrevivir. Hubieran sido felices con un escaño, solo para que las carencias y el ninguneo histórico hubieran sonado y rechinado un poco más en el Parlamento andaluz y quizás tocar así el corazón de los parlamentarios.
Recuerden: “En todo amar y servir” (sin el pronombre “se”). Tatúenselo, señorías.
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