jueves, 29 de diciembre de 2022

Entre la luz y la oscuridad

 






ENTRE LA LUZ Y LA OSCURIDAD                        28.12.2022

    La vida cotidiana nos sorprende con gran variedad de vivencias. Hace unos días, en este mes de diciembre, dejé olvidado mi bolso en el banco de un parque. Después de la angustia correspondiente, de forma milagrosa, lo vi en el asiento de una familia que se reunía en un restaurante. Lo habían cogido y esperaban a la policía para entregárselo. En pocas palabras y gestos que lo decían todo, expresamos el agradecimiento y ellos dejaron al descubierto su menú de valores.

    Horas más tarde, vi cómo en medio del alumbrado navideño, un antiguo alumno, cincuentón por lo menos, abrazaba a su maestra de infantil con la misma ternura como si estuvieran en aquella clase lejana.

    Parece todo tener el barniz mágico y sentimental del anuncio de lotería pero fue real. En estos días también nos llega la labor solidaria de múltiples asociaciones que forman otra familia sin sangre, que piden y reciben ayuda para gente que ni conocen. Aunque parece que en Navidad hacen el agosto, están todo el año codo con codo.

    Es el mismo barniz de la familia que se sobrepone a los problemas y aguanta  los chaparrones, como la inestabilidad laboral o la subida de precios que agobia hasta asfixiar. Y de manera más íntima, cada uno de nosotros luchamos con nuestras penas y dificultades y nos levantamos intentando enderezar el mundo cada día.

    Nos quejamos de lo mal que está todo. Y con razón. Lo que más duele: esa guerra cercana por la que Europa se desangra en medio del sinsentido. Pero me niego a rendirme. Dentro de cada uno de nosotros, ahora y durante todo el año está la luz y la oscuridad. Como escribió Rafael Guillén: “Se existe por instantes de luz. O de tiniebla.” 

    Para los creyentes, cada diciembre brilla la luz de Dios, como canta el villancico. El resto se apunta a la fiesta de los reencuentros, los buenos deseos, la música pegadiza y las luces que invitan al consumo y a la alegría. Y todos, aparentemente felices, nos unimos de una u otra manera al espíritu navideño. 

    ¡¡El espíritu navideño!! ¡¡Tonterías!! El espíritu navideño dura todo el año en el corazón de las personas buenas. Todo lo demás es un envoltorio de luces y sonido que nos reblandece hasta la cursilería. 

    Cada Nochebuena me asomo un momento a la calle mientras se ultima la cena, siento el frío en la cara y veo la iluminación humilde de los pueblos, las luces encendidas en las casas con alegres reuniones familiares, las casas apagadas, cada vez más por desgracia, y por último, busco en silencio la luz de las estrellas.

    No es el alumbrado. Es la luz de nuestro interior, que está todo el año iluminándonos a nosotros y a los que se dejan encender por nuestros “fueguitos”, como los llamaba Eduardo Galeano. Solo tenemos que seguir el consejo de Ángeles Mora en un poema reciente: “Buscar la luz,/ no mirar por los rotos/ donde el rencor oculta/ su negrura infinita.” FELIZ NAVIDAD.



domingo, 18 de diciembre de 2022

Un paseo por Eliossana

"Un paseo por Eliossana", poemario ganador en la modalidad de Haiku Sefardí en el Premio Ciudad de Lucena "Lara Cantizani" 2.022.

ENLACE A LA NOTICIA SOBRE EL FALLO DEL JURADO


domingo, 11 de diciembre de 2022

En el parque

Relato seleccionado en el V Concurso de Relatos Cortos sobre violencia de género de la Fundación Luz Casanova (2020)

FALLO DEL JURADO


PRESENTACIÓN DEL LIBRO









EN EL PARQUE

    Los viejos somos inmensamente ricos; tengo todo el tiempo del mundo engarzado en el reloj de bolsillo de mi chaleco. Y aunque gozo de poca vista, menos oído y casi nada de masa muscular, todavía llego hasta los bancos del parque para abrazar los rayos de sol matutinos entre las páginas de un periódico. Aunque a veces leo más en los paseantes que me rodean que en el papel.

    Esta mañana una graciosa niña jugaba distraída entre las flores. Iba y venía sin rumbo aparente. En un banco cercano, sus padres hablaban. La niña se acercaba a ellos y, enseguida, se volvía a alejar. Parecía inquieta pero observadora. Le llamaban la atención el colorido de las rosas y algunas plantas exóticas que renacen en primavera. Desde mi banco, la conversación apenas se apreciaba. El tono no era ni alto ni bajo, pero se intuía tenso. La madre hablaba con seriedad y elegancia. Entre parterres de celindos y glicinias, la niña también aguzaba el oído, aunque parecía tener dificultad para escuchar algo. Intrigado por el espectáculo, utilicé el periódico como parapeto y esperé.

    Minutos más tarde, en otra vuelta del paseo, la niña, y también yo, descubrimos algo más. Su madre abría impasible el bolso y sacaba un pañuelo. No parecía tener alergia ni mocos. Aquella mujer, con discreción y disimulo, lloraba. Ahogaba las lágrimas casi en el momento de su nacimiento. Se alternaban lágrimas y palabras, palabras y lágrimas. Él permanecía incrédulo e impasible. No era difícil adivinar en sus ademanes su incomodidad y su creciente ira. La tristeza de la mujer daba paso al dolor, pero la tragedia se disipaba cuando los zapatos de la niña se acercaban. Cada vez sus vueltas eran más rápidas y sus movimientos, más alocados. Sin embargo, parecía estar absorta en sus pensamientos, construyendo mundos de fantasía sin quitar ojo a aquel turbio banco.

    Yo tampoco podía dejar de girar mi sombrero y mi bastón. En ese momento, mi audífono, muy inoportuno, empezó a emitir pequeños pitidos. Se había gastado la pila. Me angustié más aún. Tenía que volver a casa. Eché a andar, no sin antes vislumbrar los ojos sin fondo de ella y la mirada torva de él. Me llevé un regusto impotente y premonitorio. Quizá sea la intuición de viejo carca. Pero también la de un viejo que escuchó, respetó y amó.

    Diez años después…

    Una adolescente en su dormitorio, aparentemente ocupada con los deberes, escucha a lo lejos una conversación en la cocina. El portazo no aísla, sino que provoca que se sientan más libres para subir el volumen. Como siempre, sus tripas se retuercen y se empieza a poner nerviosa. Abraza el vacío de su almohada. Se tapa los oídos. Otra noche más y ninguna decisión.  En ese momento, suena un mensaje de móvil. Es su amiga: “No olvides trabajo de Literatura. Es de un escritor que acaba de morir, seguramente un viejo carca. El texto que tienes que analizar se titula: En el parque.”

 

martes, 29 de noviembre de 2022

Tanto todo para nada




TANTO TODO PARA NADA                                                                                        29.11.2022

    Llevo semanas mirando a Qatar y a Egipto. Sobre Qatar, hay poco que añadir. Respecto a Egipto, mi estupor no es menor. Se ha celebrado la Cumbre del Clima en Sharm el Sheij. Una ciudad en mitad del desierto, un paraíso turístico repleto de piscinas y lagunas artificiales, en un país sin agua ni derechos humanos, en el continente más afectado por el cambio climático.

    La cumbre parecía más una feria de turismo y negocios. He aquí algunas cifras: mandatarios de doscientas naciones, más de cuarenta mil personas, cuatrocientos jets privados más el resto de aviones, que han emitido trece mil toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Antes de llegar a la ciudad balneario, los participantes han aterrizado en otras ciudades generando aún mayor contaminación. Eso sí, se les ha llenado la boca hablando de movilidad sostenible.

    También nuestros mandatarios nacionales y autonómicos han salido en la foto. Unos para movilizar los lujosos aviones del Estado. Otros para “intercambiar experiencias” a pesar de no destacar precisamente por su ejemplaridad medioambiental. Quizá si hay que salvar a alguien, rompería una lanza por nuestra reina emérita que ha causado sensación al volver a España en un vuelo regular. Y no ha pasado nada. En esta paradójica cumbre, la monarquía ha sido ejemplar.

    No nos sorprende que haya encuentros de mandatarios en los que se genera mucho gasto y contaminación. Pero entiendo que este dispendio no debería ser en nombre del cuidado del medioambiente. Pónganle otro nombre y no nos traten de tontos.

    En cuanto a los participantes, un bloque de países defendió avances sólidos. Por otro lado, los países productores de gas y petróleo impusieron su criterio a una Unión Europea sin mucho peso. Y los países más contaminantes ni han aparecido porque tienen otras prioridades.

    Un objetivo crucial era escuchar a la ciencia aunque en realidad han hecho oídos sordos a sus consejos. Todo patrocinado por la empresa de la chispa de la vida, la que más basura plástica genera.

    Con este panorama, los resultados no son nada halagüeños. Después de casi dos semanas no solo no han avanzado sino que casi retroceden. Han tenido que alargar la cumbre unos días para fijar el límite del calentamiento global en 1,5 ºC. También se han comprometido a compensar pérdidas y daños a los países más vulnerables ante futuros desastres medioambientales. No está mal aunque es preferible la anticipación y la prevención.

    ¿No es posible limitar el número de participantes en las cumbres, hacer videollamadas, evitar desplazamientos, utilizar transportes colectivos y buscar sitios de fácil acceso? ¿No es posible optimizar por el bien de todos?

    Y mientras tanto, en los colegios se predica la doctrina medioambiental. Y un puñado de ilusos viajamos en transporte colectivo, llevamos en el bolsillo trozos de papel o envoltorios de plástico hasta el contenedor correspondiente y pensamos en lo que no hacemos o podríamos mejorar. Por nosotros que no quede. Me viene a la memoria aquel endecasílabo de José Hierro: Después de tanto todo para nada. 

martes, 1 de noviembre de 2022

Solapamientos escolares




SOLAPAMIENTOS ESCOLARES                                                    1.11.2022

    Con los fuegos artificiales de la feria de San Lucas se cierra el período de transición entre el verano y el curso escolar en Jaén. No seré yo quien diga lo que deben hacer niños y jóvenes por las tardes. Para eso ya están pedagogos, familias y opinadores. El niño que necesita repasar convive con el que se le queda todo a la primera y con el que tiene deberes como tortura por muy entretenidos que sean. Hay tantas variables posibles como opciones aceptables.

    Centrándonos en las actividades extraescolares, hay niños que encajan en todas las propuestas que ofrece la tarde: deportes, artes, idiomas, naturaleza,… Y  les enriquece y les compensa aunque eso suponga que su “vida laboral diaria” sea demasiado larga. De ahí surgen muchas veces virtuosos como la guitarrista Paola Hermosín. En esas tardes nacen aficiones y futuros trabajos que los acompañarán toda la vida.

    En el polo opuesto, encontramos niños que no hacen nada supuestamente enriquecedor y se pasan la tarde frente a una pantalla o callejeando con amigos. No sé si es este el aburrimiento que defienden algunos expertos. 

    Por otro lado, el ámbito rural nos priva de academias, conservatorios y gimnasios pero ofrece como contrapartida la naturaleza en toda su extensión. Sigo en redes sociales a Anita la Cortijera y a mi paisano Joselito Campero, niños apasionados por el mundo rural, sus tradiciones y valores, que no cambiarían por nada del mundo sus hábitos diarios. Y ya quisiéramos los adultos saber hacer un mínimo de todas las tareas agrícolas y ganaderas que ellos dominan con soltura. Son influencers que sobrevivirían en las peores condiciones. Eso sí son competencias clave.  

    Seguramente el sentido común, el término medio aristotélico y la adecuación a la realidad de cada niño nos guíe hacia lo correcto. Y con las actividades en familia, si la vida laboral lo permite, acertaremos seguro.

    En mi plan de estudios universitario había solapamientos en las asignaturas. Tuvimos varias sobre el mismo tema, con profesores distintos, sin coordinación alguna,… con la consiguiente pérdida de tiempo y repetición de contenidos mientras que otros se quedaron sin dar. Y ese solapamiento es el que veo a veces entre las actividades de la mañana y las de la tarde. Puedo entender la tarde como refuerzo de tareas escolares pero no como sustitución. Veo alumnos que en horario escolar no trabajan ni atienden, desprecian a sus profesores y la enseñanza gratuita porque por la tarde prestarán atención a un vídeo o habrá una academia donde les hagan los deberes y les expliquen con igual o diferente criterio los mismos contenidos. Pareciera que solo le damos valor a lo que pagamos o que la enseñanza oficial no nos ofrece suficiente confianza. Si es así, lo conveniente sería demandar calidad. Quienes prefieran la enseñanza privada pueden estar tranquilos porque ya prolifera en forma de másteres y universidades. Solo para quien se lo pueda pagar. Independientemente de lo que legislen, somos nosotros quienes le damos valor, no precio, a una u otra opción. 

 

lunes, 26 de septiembre de 2022

El mes de las vueltas

 


EL MES DE LAS VUELTAS                                            26.09.2022

        Septiembre. El mes de la vuelta al cole y de la Vuelta ciclista a España. Me recuerdo, de niña, sacando punta a mis lápices en la escuela en una papelera. Junto a esta, en la pared, había dos fotografías de ciclistas sobre su bicicleta. Eran Pedro Delgado y Pello Ruiz Cabestany. Mi maestro, aficionado al ciclismo, hizo que  los niños empezáramos a interesarnos por el tema. 

       En los años siguientes, vinieron las tardes calurosas de verano viendo a Miguel Indurain recorrer la geografía francesa. Sus sufrimientos y triunfos acompañaban nuestras siestas. Y de fondo, disfrutábamos de campiñas, valles, chateaus, lagos, cordilleras, pueblos y ciudades. Y al final, las gloriosas vueltas a las Campos Elíseos. A la vez que ciclismo, aprendimos Geografía y algo de pronunciación francesa.

    Precisamente, el prolífico escritor francés Julio Verne fue un gran aficionado a la Geografía y debido a su curiosidad por exploradores, libros de viajes y mapas pudo escribir grandes libros de aventuras sin apenas salir de Francia.

    Este año, de nuevo, la Vuelta ha recorrido la provincia de Jaén. Dos etapas. Una atravesó varias ciudades jiennenses, la capital entre ellas, y terminó en el mítico Alto de la Pandera en la Sierra Sur. La etapa siguiente salió de Martos en dirección a Sierra Nevada. He podido comprobar in situ el trasiego de gente, el alboroto y la alegría que deja a su paso la serpiente multicolor. Por no hablar del escaparate internacional y los copiosos beneficios económicos que auguran los políticos. Con una inversión previa, claro. Esto también lo pagamos con nuestros impuestos, aunque parece que se puede dar por bien empleado.

    En cuanto a la difusión, tienen mucha responsabilidad las retransmisiones televisivas. Hemos contemplado hermosas tomas a vista de pájaro de Martos, Alcalá la Real o La Guardia. También el mar de olivos y el asfalto parcheado en algunos tramos. Las imágenes combinan la emoción de la vuelta y el paisaje. Los comentaristas, expertos en ciclismo, además nos obsequian con curiosidades y datos geográficos o históricos sobre los lugares de paso, fundiendo así deporte y cultura. Han elogiado nuestros monumentos o la ingente producción de aceite. Podrían mencionar más detalles. O menos. No sé. Tampoco es esa su misión. Desconozco la información que deben manejar, y sobre todo, difundir. En esta edición, los he escuchado patinar con la pronunciación de “Pegalajar” o “Vandelvira”. Esto, en última instancia, es un pequeño tropiezo. Lo que no es de recibo, y ya se ha quejado el Ayuntamiento de Mancha Real, es que al paso de la vuelta se mencione un suceso desgraciado vivido en la localidad tiempo atrás y ensombrezca así la imagen que se proyecta de forma viral. Podrían haber dicho, por ejemplo, que celebran la única falla fuera de Valencia, declarada de interés turístico, porque es un pueblo lleno de carpinteros.  Quizá debamos tener mucho cuidado con los descuidos que fomentan el morbo y los estigmas. Si obviamos lo bueno, al menos no hagamos publicidad negativa ni nos fijemos solo en las pequeñas manchas.


domingo, 28 de agosto de 2022

Mens sana

 


MENS SANA                                                                                28.08.2022

    De todos los encuentros de este verano, se me ha quedado especialmente grabado uno. Es la típica reunión de amigos con sus parejas e hijos, con más alegría si cabe después de la pandemia. Se alarga la noche, bajan las luces, los niños se van cansando de jugar y oscilan entre la emoción y el sueño. Miro entre la gente y han desaparecido dos mujeres gemelas. Vidas paralelas en el pasado que han trazado valiosos caminos propios en el presente. Las encuentro minutos después en la penumbra de un dormitorio lleno de literas. Están acompañando a sus hijas en el camino del sueño a través de cuentos y caricias que calman sus pequeños corazones palpitantes. Como seguramente lo vivieron ellas en su infancia. Fuera han quedado el ruido, las risas, los problemas y retos de cada día. Entre dos luces, a media voz, se intuye el cariño y las experiencias compartidas, que es lo que une de veras. Seguramente, durante la convivencia veraniega, encontrarán otros momentos para escucharse y comprenderse. 

    Ya sé que las reuniones llevan aparejado el impuesto de tropezar con gente sabionda que dan lecciones de todo. Pero hay otros encuentros que generan momentos de complicidad y confidencias muy necesarios en este mundo hiperconectado y a la vez hiperdeshumanizado. El cuerpo a cuerpo, con todos los matices de tonos de voz y miradas, sin pantallas ni mascarilla ni coraza, con sonrisas y lágrimas al descubierto favorecen la comunicación y la comprensión que tanto necesitamos. 

    Que tire la primera piedra quien no ha pasado un bache, un duelo o quebranto que nos ha llevado a pedir ayuda. En los últimos meses, Rosa Montero y Ángel Martín han publicado libros sobre nuestras sombras. Rozalén también nos anima a agarrarnos a la vida en sus canciones. Vemos cómo estos problemas cada vez salen con más frecuencia de nuestros “almarios” sin que nos escandalicemos.

    Pero todo se agudiza en nuestra sociedad hipócrita, competitiva y materialista que nos genera depresión, ansiedad, poca tolerancia a las frustraciones y nos llena de miedos y traumas. Si los trastornos mentales ya iban en aumento, con la pandemia más y peor. La proliferación de libros de autoayuda y de psicólogos mediáticos dan prueba de ello. Podemos consultar en los gabinetes psicológicos o comprobar la valiosísima labor de los colaboradores del Teléfono de la esperanza y veremos cómo está nuestro almario.

    Me alegra que ciudades como Alcalá la Real se suban al carro de un proyecto europeo contra la depresión y el suicidio, una de las lacras ancestrales de la zona. Ayuntamiento, médicos, UNED y diferentes sectores sociales están implicados en el tema. Nos dan una lección de lo que es lo importante, de lo necesaria que es la información y la formación en este campo, de lo que es cuidar y cuidarse. Si la salud mental falla, falla todo.

    En los pocos días de verano que quedan y dentro del listado de propósitos para el año nuevo que empieza en septiembre quizás deberíamos apuntarlo en primer lugar. 

domingo, 21 de agosto de 2022

Verano azul

 



Enlace para leer en Ideal Digital Jaén

VERANO AZUL                                                                                                    21.08.2022

    Sé de un lugar… donde el tiempo se detiene y me quedo absorta ante la gran paleta de colores y olores. Tranquilidad infinita de siestas sin medida. Emociones fuertes en el rompeolas. Brisa refrescante que caracolea a mi alrededor y me despeina con alegría. Pequeños grandes constructores de murallas y castillos alineados en la orilla. Muchos juguetes. Balones, gafas y tubos de buceo. Alguna cometa. Las nubes. El bebé que viene por primera vez con un cargamento de gorritos, pañales y babas, suyas y ajenas. Kilos de cremas untadas sobre todo tipo de pieles. Arrugas y celulitis sin pudor. Escaparate de cuerpos torneados en el gimnasio o cuerpos flácidos que invitan a refugiarse en ellos. También huesudos, peludos o pecosos. Cuerpos mojados que ponen sal en la vida de las toallas. Carne, mucha carne en el asador. La insolación y las quemaduras odiosas. Sombrillas coloridas, seguras o rebeldes, buscando en un pequeño vuelo su minuto de gloria y dejar algún lesionado, si es posible. El ritmo insistente de la pelotita. Los juegos de cartas. Los domingueros. Las infraestructuras de toldos y sombras que tienen como piedra angular una legión de neveras. La sandía y el altavoz. Los que leen página a página, vuelta y vuelta. Algunos apuntes buscando la concentración y esquivando la arena. Pocos periódicos. Cada vez menos. Los paseantes. Los atardeceres dorados. Los coleccionistas de conchas y estrellas. Las conversaciones que dan la vuelta al mundo. Ponerse al día un año después. “¡Qué grande estás!” o “No ha venido este año”. La rutina. Lo que nunca cambia y siempre es distinto. Los planes de comida. El incidente de ayer. Mirar el color de la bandera, o mejor, mirar a los socorristas. El día de las medusas. Los vendedores y pregoneros de casi todo. Los helados. La vecina de la toalla. Los nuevos amigos. Las pandillas de adolescentes. Las miradas. El deseo. Los cursos de vela. Los surferos. El barco grande de las doce. Los toboganes. El experto en vientos. El día, que se está estropeando. El empacho de arena y olas de calor. El paseo marítimo. El club náutico. El camping. Los pescadores y su fresca mercancía mañanera. El chiringuito. La cerveza y los espetos, que saben mejor que nunca. El espigón. Tirarse desde la roca más alta. Chapuzones varios. Aquellos pinares donde la arena es casi harina. Las espinas de los erizos. Los poetas mirando el horizonte con nostalgia. El yoga o la meditación. Los miles de pensamientos que quería dejar en casa pero que se han venido conmigo para atormentarme a pesar de lo que he pagado por este paraíso. La paz encontrada. Los cambios de vida. Los planes para septiembre. Las lágrimas que no se ven bajo las gafas de sol o que se anudan con el agua salada. El móvil. Mucho móvil. Las fotos, el postureo, ¿cómo no? Para las redes sociales. La famiiiilia. Los encuentros. La risa. La alegría de verdad.

    Verano. Tú. Yo. El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! 


domingo, 14 de agosto de 2022

Al buen tiempo, mala cara

 





AL BUEN TIEMPO, MALA CARA                                                                                14.08.2022

    Todos los veranos buscamos el agua para refrescarnos en playas, piscinas y ríos. Donde hay agua, brota la vida y la alegría, el placer y la relajación. Sin embargo, no siempre somos conscientes de su valor. Abrir el grifo nos parece algo automático e inagotable. En cambio, el agua es un bien escaso para casi la mitad de la población mundial. Es un problema que se avecina y que en otras épocas ya hemos sufrido también en el primer mundo. ¿Alguien recuerda la fuerte sequía de los noventa que llevó incluso a plantearse algo totalmente inviable como evacuar a la población de Sevilla?

    Por otro lado, este verano estamos viviendo en carne propia el insoportable aumento de las temperaturas. Y parece que es lo que nos espera. Se habla de cambio climático y de agotamiento de recursos de un planeta con casi ocho mil millones de personas con fecha de caducidad cada vez más cercana. Pero nosotros seguimos mirando para otro lado.

    Hace unos días el “Financial Times” criticaba la gestión del calor en España y se planteaba si alguien viviría aquí dentro de cincuenta años. Desde fuera, ven que el aumento de temperatura representa una amenaza para el paraíso español. No saben que aquí los temas importantes que implican medidas a largo plazo, como leyes educativas, políticas de fomento de la natalidad o contra la despoblación rural, los abordamos con tranquilidad.

    Siempre creemos que son los demás, los de arriba, los que deben hacer algo. Vemos que los gobernantes se reúnen en cumbres climáticas año tras año para que todo quede en nada o tomen medidas absurdas que rápidamente son carne de meme.

    Leo en Internet la cantidad de petróleo que se gasta en fabricar plásticos, lo que tardan en degradarse o lo contaminante que es la industria textil. Cada prenda vaquera ha necesitado miles de litros de agua en su fabricación. En televisión, se habla de kilos de despilfarro de comida. Y eso, perdonen ustedes, no depende solo de los gobiernos.

    Hay muchas pequeñas acciones que, aunque nos cueste, debemos realizar nosotros: apagar luces, desconectar aparatos, cerrar grifos, separar basura, reciclar, reutilizar, comprar en comercios cercanos, usar transporte colectivo, proteger espacios naturales, no usar plásticos, llevar bolsas reutilizables, etc. La teoría la conocemos bien. Pero si alguien nos ve reparando algo o buscándole una segunda vida, enseguida nos dirán que es mejor tirarlo y comprar uno nuevo por cuatro duros.

    Vivimos de forma lujosa en una sociedad basada en el consumo, el negocio y el despilfarro. Y nadie nos dice ni les dice a nuestros niños la palabra clave: ahorro. Quizá solo en las ecoescuelas. Menudo problema.

    ¿Cómo ser ahorrativo si la sociedad nos impulsa a consumir sin límite? ¿Qué tiene que pasar para que nos demos cuenta de que vamos por mal camino?

    En los últimos días, he visto la luz. Hay un cambio en la gente. Hemos empezado por fin a apreciar el agua. El agua en estado sólido. Andamos como locos buscando cubitos de hielo.