miércoles, 27 de diciembre de 2023

El diapasón

 

Relato de Navidad y cuentos de invierno, Ideal 24 de diciembre de 2023




EL DIAPASÓN

“El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos”.

                                                                                                                            Oscar Wilde

    En mi pueblo, un pueblo perdido en la sierra, iba a ser una noche de diciembre más. Pero fue la noche que cambió mi vida, mejor dicho, la noche que encontré la vida que me apasiona. Mis amigos y yo estábamos en la edad del pavo. Deambulábamos por la plaza del pueblo sin rumbo, como suele ocurrir a esas edades, entre bromas y tonteos adolescentes. En la vieja plaza, adornada con motivos navideños, los niños corrían con las mejillas sonrosadas. Al atardecer, los abuelos se retiraban tras tomar los escasos rayos de sol que se perdían entre las montañas y contar batallas del ayer sentados junto a una fuente. Mientras tanto, la mayoría de los vecinos volvía de una larga jornada en el tajo de aceituna.

    Allí, en la vieja plaza, entre la iglesia y el ayuntamiento, donde a diario se agitaba la vida de mis paisanos, vimos un cartel colorido en un escaparate. Anunciaba un concierto de villancicos de un coro de la capital para aquella misma noche. Le echamos un vistazo y, antes de decidirnos, captó nuestra atención el trasiego de gente desconocida y uniformada que iba llenando la plaza. En los pueblos, ya se sabe, enseguida se detecta a los forasteros.

    Al final, un amigo y yo nos animamos a ir al concierto. Yo solo había escuchado en vivo la rondalla y la banda de música del pueblo, donde me estaba iniciando como músico pero no sabía lo que era un coro polifónico, como rezaba en aquel cartel. No teníamos nada que hacer, así que entramos pronto en la iglesia y, de paso, nos resguardamos del frío mientras observábamos los preparativos, el ir y venir de los músicos, las vocalizaciones afinadas que salían de la sacristía, la llegada del público,... No tenía ni idea de lo que allí iba a ver ni a escuchar. Los hombres del coro lucían muy elegantes con sus trajes y pajaritas. Las mujeres deslumbraban con una especie de túnicas muy glamurosas. A los ojos de un joven de pueblo, todos me parecían sacados de la televisión, casi como de otro mundo.

    Tras la colocación y lectura de algún texto introductorio, sonó la música. La música con mayúsculas. Ahí sí que empezó toda mi vida posterior. En las vidas no hay demasiados  momentos que se puedan recordar con tanta nitidez, como una frontera que separa un antes y un después, el sonido del silencio o la noche del día. Y en ese concierto, con esas tres primeras obras en las que me quedé extasiado, en las que no pude reaccionar ni aplaudir, fue cuando la música se apoderó definitivamente de mí. De todos los componentes, a quien no perdí de vista en ningún momento fue al director. Observé cada uno de sus ademanes sin pestañear. Como si fuera un mago, en cada movimiento activaba a los cantores de una cuerda, la música lo traspasaba y salía de sus manos con la fuerza y la expresividad que él quería transmitir en cada momento. Desde entonces, los deportistas y las estrellas televisivas dejaron de ser mis ídolos. Y yo también empecé a mover mis manos queriendo crear música.

    A partir de ese día, todo fue investigación y experimentos con la polifonía allá por donde iba. Todos mis caminos convergían en el mismo sitio, en los sistemas y partituras a cuatro voces,  en los juegos de armonías y silencios, de empastes y matices. Así se han pasado más de treinta años de mi vida: cantando, dirigiendo, acompañando al piano, aprendiendo, enseñando, ensayando. Siempre. Hasta hoy.    

    Hoy es un lluvioso día de diciembre. Se acerca la Navidad. Todos los coros del mundo tienen preparados sus repertorios de villancicos y obras clásicas para estos días: Haendel, Mendelssohn, Mozart,... En el coro que dirijo, los cantores ya están listos para el concierto de Navidad anual. Todos estamos tan elegantes como nerviosos. La adrenalina de los momentos previos a salir al escenario. Quien lo probó, lo sabe. Acaricio en mi bolsillo un objeto que, a pesar de su frialdad, me da confianza y tranquilidad. Una pequeña barra de acero doblada en forma de horquilla que, con un pequeño golpe, vibra al instante dándome el sonido exacto, el nombre exacto de las cosas, como buscaba el poeta. Es el mismo diapasón que, a modo de amuleto, me ha acompañado en cientos de conciertos. Pero hoy es distinto. Hoy, por primera vez, cuando busque la nota en mi diapasón, cuando levante las manos y los mire, tendré frente a mí a los mismos cantores que se me quedaron grabados hace más de treinta años en la iglesia de mi pueblo perdido entre montañas. Por sus caras han pasado todos estos años de vida, con sus ilusiones, desengaños y vivencias variadas. Pero son sus almas las que siguen intactas, bendecidas por el son y el don sagrado de la música que, una noche más, envolverán con sus melodías a los oyentes, dejándolos impregnados por la fragancia de la Navidad. Esta noche, cuando los dirija, no los recordaré a ellos en aquel lejano concierto sino que evocaré a aquel joven con flequillo y ojos curiosos que, gracias a la armonía de sus voces, quedó agazapado para siempre entre corcheas, blancas y negras en el mejor pentagrama de la vida, la música.

miércoles, 6 de diciembre de 2023

Con su mismo

 




CON SU MISMO                                                 28.11.2023                

    No sé qué hago escribiendo este artículo. Esto es una pérdida de tiempo en la semana del Black Friday.

    Cuando pasa Halloween, todo son prisas. ¡Hay tantas cosas que organizar! Es difícil resistirse a tal cantidad de ofertas. No hay día que no me lleguen una docena de folletos o mensajes. Y tengo que ir descartando sin parar. La radio, la televisión, las redes sociales… todos hablan de descuentos. Es la oportunidad del año; hay gangas no solo en ropa o electrodomésticos sino también en viajes, ortodoncias, audífonos, vinos, pisos,... Quizá hasta sea más barato morirse en estos días.

    Afortunadamente ahora todos los días abrimos paquetes en casa. Como si todos los días vinieran los Reyes Magos. Y si no gusta, pues nada, se devuelve. Como no hay que pagar …

    Pero la calle también es irresistible. Qué ambiente de bolsas, tiendas, probadores,... Antes decían: “De la Purísima a San Antón …”. Y ¿por qué no empezar antes? ¿Por qué conformarse con tan pocos días? Con lo bien que sientan unos mantecados en noviembre. Ya he cambiado tres veces la decoración navideña.

    Son tantos detalles los que hacen falta. Yo todos los días compro algo. Tampoco tanto. Solo cuatro o cinco tonterías. Y nada de perderse oportunidades únicas, aunque haya que pasar la noche haciendo cola. Merece la pena. Y hasta terminas haciendo amigos después de tantas horas.  

    Otra cosa es lo que opinan mis amigas. Tengo una que se escandaliza con todo esto. Unos días habla de plásticos, otros de medio ambiente y reciclaje. Que si las cosas más importantes de la vida no son cosas, que todo lo importante es gratis,... Menudos rollos. Y cuando se pone profunda habla de austeridad y autenticidad, de emociones y vivencias. Renovar no es lo suyo. Ella sí que sigue con lo mismo de siempre. Vas a su casa y no hay nada nuevo que ver. Es más, es que no hay casi nada. Yo no entiendo su minimalismo y sus espacios diáfanos y luminosos. Donde se ponga todo lo que yo tengo en mi casa… que parece que me siento hasta más acompañada. Ahora le ha dado por hablar de experiencias, pero no de las que venden en paquetes. Ella habla de ir a coger aceituna, a una matanza o hacer mermelada y dulces navideños. Y se emociona con el frescor y el amanecer en el campo, los productos caseros, las risas, la convivencia,... ¡Qué barbaridad! No sé cómo somos amigas.

    Tengo otra con la que coincido un poco más. Compra, según ella, de forma moderada, sin mi adicción. Sobre todo está inmersa en la vida cultural. El otro día me recomendó que asistiera a una obra de teatro: “Los esclavos”, una farsa sobre la sociedad de consumo actual. “Que me vendría bien” decía. “Al teatro, ¿yo? Con el buen ambiente que hay en los centros comerciales, con sus luces y su musiquilla de Mariah Carey”.

    Os dejo que me acaban de llegar las ofertas del Cyber Monday y… ¡menudos chollos!

jueves, 26 de octubre de 2023

Con los jóvenes

 


CON LOS JÓVENES                                                            22.10.2023

    A lo largo de mi vida he tenido contacto con todas las etapas educativas y, concretamente, con los jóvenes me he quedado durante más de veinte años. Los he observado y estudiado con detenimiento. Alguien me dijo alguna vez que eran “una especie distinta”, que todo lo que parecía lógico a los adultos, no les parecía a ellos y viceversa. Y no estaba demasiado equivocado. Lo que está claro es que están en una etapa difícil y crucial.

    Compruebo cómo cuando comienzan el colegio todo son atenciones por parte de las familias. Sin embargo, en la adolescencia muchas veces los abandonamos. “No necesita a nadie”, “ya son grandes”, “este ya va solo” son algunas de las expresiones que escucho. Y creo que nos equivocamos. Es la etapa en la que más demandan nuestra atención y cuidado. Necesitan referentes entre su familia y sus profesores. Si no los encuentran, los buscarán en los amigos o a través del móvil. Y tocará cruzar los dedos.

    En septiembre la OCDE en su informe anual nos ha presentado datos terribles: España es el peor país de la UE en jóvenes que no tienen estudios después de los 16 años, ni Bachillerato ni FP. Y son un 27% (32% de chicos y 21% de chicas). Estamos entre los países en los que se dan más horas de clase, pero eso no se traduce en mejores resultados. Me pregunto dónde va esta “Triste España sin ventura”, como compuso Juan del Encina, con casi un tercio de los jóvenes sin formación adecuada. Es la realidad que vemos en los centros de adultos donde, después de unos años, los más tenaces vuelven para mejorar su nivel educativo y, por tanto, su cualificación profesional.

    Hace unas semanas hubo un episodio de violencia en Cádiz. Desgraciadamente, no es un caso aislado. La violencia se da continuamente en la mayoría de los centros educativos de igual forma que lo vemos en la calle. Vivimos en una sociedad enferma y los jóvenes son los primeros que necesitan cuidar sus hábitos, valores y salud emocional.

    Todos los años, aunque cambien los dirigentes, a principio de curso se habla de grandes inversiones y mejoras pero la realidad es que faltan recursos humanos en los centros. Sean orientadores, profesores, PTIS,… He trabajado con veinte alumnos y con treinta y cinco. Y la diferencia es abismal. Con ratios altas no se puede trabajar, no se puede llegar a ellos, no se puede ser un buen tutor ni valorar dificultades ni características individuales. Y las aulas se convierten en jaulas donde se cuentan los minutos para salir.

    En estos días escribía David Trueba sobre el estilo de vida que los adultos les hemos transmitido basado en la competitividad desmedida, la apariencia y lo individual en lugar del esfuerzo, la colectividad y el afán por ser buena gente. Esta es la realidad a la que todos nos enfrentamos y solo nosotros podremos cambiar. Como Shakespeare escribió: “No está en las estrellas mantener nuestro destino sino en nosotros mismos”. 


martes, 12 de septiembre de 2023

Culebrones de verano




CULEBRONES DE VERANO                                                                    10.09.2023

    He tenido la oportunidad de conocer este verano a gente de la antigua Yugoslavia (bosnios, croatas, eslovenos,...). Y me he quedado maravillada con su buen nivel de español. Cuando la conversación se alargaba unos minutos, se podía detectar en su acento algunos rasgos del español de América. Todo tiene su explicación. En sus países no hay doblaje y han aprendido español viendo series y telenovelas sudamericanas. Alguien incluso hizo referencia a Chapulín Colorado o al Chavo del ocho.

    Dejando aparte esta anécdota curiosa, a pesar de haber saboreado el verano y no haber encendido apenas la televisión, he podido comprobar que en España hemos vivido un continuo culebrón. La situación económica, la inflación, las hipotecas,... dejan a muchas familias al borde del abismo.

    Por otro lado, después de las elecciones asistimos a un paréntesis político tenso en el que toca hacer números y negociar. En estos momentos lamento que no exista un “Junts por Andalucía” para hacer caja en nuestra tierra. Nosotros siempre dispersos. Me entristece también que los protagonistas de esta telenovela no miren al centro y al interés común de la mayoría y se conviertan en mercenarios que se venden al mejor postor.

    La parrilla televisiva también ha incluido lo más morboso y trágico con todo detalle, como es un asesinato en Tailandia por parte del hijo de un afamado actor. Por favor, que vuelva la ficción para descansar de tantas dosis de cruda realidad. Que repongan aunque sea “Verano azul” o “Curro Jiménez” o “Se ha escrito un crimen” para las calurosas tardes de verano.

    Y por último, cuando se vislumbraban los últimos capítulos del verano y, en silencio y sin gran repercusión mediática, brillantes deportistas hacían historia en competiciones de todo tipo (qué orgullo de mis paisanos María Pérez y su entrenador Jacinto Garzón), como en las telenovelas, la sorpresa llegó en los últimos segundos con la aparición de un tal Rubiales.

    No quiero repetir lo que ya se ha defendido desde otras columnas de forma magistral. Y el tema ya cansa bastante. Comportamiento machista, abuso de poder, gallo del cortijo deportivo, mala educación, ... es evidente. “Fue sin querer queriendo” diría el Chavo. Ojalá que este caso sirva para que los Rubiales repartidos por todos los sectores profesionales controlen sus impulsos de dueños de la manada.

    El caso también ha tenido ingredientes controvertidos y mucho “pan y circo” en cada capítulo: reacciones tardías, manipulación de imágenes, pataletas infantiles, huelgas de hambre, cambios de versión, politización, avalancha de instituciones y siglas deportivas desconocidas, cortinas de humo y trapos sucios de todos los colores. Hay opiniones para todos los gustos. Lo que está claro es que no estamos ante una miniserie de una plataforma sino ante el eterno culebrón en el que las mujeres, a pesar de ser campeonas, luchan por dejar de ser víctimas.

    Y aquí seguimos, con ganas de que acaben los dramas del verano, con ganas de que llueva mucho y bien y sea la lluvia limpia de otoño la que barra tanta inmundicia.


viernes, 11 de agosto de 2023

El monedero de mi abuela

 






EL MONEDERO DE MI ABUELA                                        11.08.2023

    El monedero de domingo de mi abuela era negro, ovalado como la piedra gastada de un río y ligeramente acolchado. Sin más adornos ni entresijos. No solo era así el de mi abuela, era el de casi todas las abuelas. A los nietos nos gustaba jugar con el cierre hasta suavizar el mecanismo. Un mecanismo sencillo y complejo al mismo tiempo que ella abría con agilidad y con la prisa de una mujer con mil quehaceres. Para nosotros, en cambio, eran dos bolitas metálicas entrecruzadas que nos ofrecían bastante dificultad para poder escrutar el interior. También rastreábamos los bordes y a veces intentábamos meter el dedo si había alguna mínima apertura hecha con el uso. Con estas fechorías a veces nos ganábamos alguna regañina. Si estropearlo estaba mal, extraviarlo era un pecado mayor que nos conducía casi directos a algún coscorrón.

    Cuando conseguíamos abrirlo, ante nosotros aparecía la sencillez. La sencillez eran dos apartados recubiertos por una tela granate. Y en esa sencillez cabía su mundo y nuestro mundo. No había móviles ni tarjetas ni fotografías ni tickets ni post-it. La sencillez era una llave grande, un pañuelo y algunas monedas deslustradas. Un pañuelo blanco con olor a jabón casero, a mujer mayor, a mesita de noche. El de mi abuela olía a misa de domingo, a letanía y a reclinatorio. Vi que el de otras mujeres también encerraba suspiros, preocupaciones, enfermedades o lutos. Bajo el brillo del plástico a veces se guardaban los escasos ahorros para el último imprevisto, para el viaje a la capital, para aliviar penas y más penas. Excepto cuando llegaban las fiestas. Entonces de allí, de más allá del fondo, salían alegrías para todos los nietos. Alegrías en forma de cinco o de diez duros para gastar en baratijas, en petardos o en piruletas. Alegrías llenas de sencillez pero alegrías eternas. El monedero de la abuela era viejo, quizá extraño, quizá feo, un objeto de otra época pero a los niños nos encantaba tanto como nuestra abuela.

    Ahora, muchos años después, lo coge entre sus manos huesudas y temblorosas. Lo mira con extrañeza como si tuviera que hacer un esfuerzo para adivinar su utilidad. Unos días lo llena con lápices o con las galletas del desayuno hasta que le cuesta cerrarlo. Y se ríe. Se ríe desde otro sitio lejano, desde las travesuras infantiles, desde su boca desdentada. Y aplaude. Y canta: “Ahora que vamos despacio vamos a contar mentiras tralará, vamos a contar mentiras tralará,…”. Algunos días vamos al colegio, al mío, al suyo, al que casi no pudo ir. Y ensayamos palabras nuevas y cuentas de multiplicar endemoniadas. Pero lo que más le gusta es llenarlo de fichas de colores. Llenarlo, vaciarlo, ordenarlas por colores, mezclarlas, desordenarlas, tirarlas al suelo, mirarlas con atención o asombro, volverlo a llenar, vaciarlo nuevamente. Cuando lo abre, sus ojos curiosos buscan un tesoro en su interior como si se tratara la cueva de Alí Babá. Al ver tanto colorido se le llena la mirada de fuegos artificiales. Unos días las llama pesetas, otros son reales o perras gordas. A veces son céntimos, a veces son miles. De la pobreza pasa a la riqueza y vuelve con la misma velocidad. Con ellas compramos comida, ropa y hasta regalos. Pañuelos para el cuello, ovillos de lana, zarcillos dorados, colonia con olor a madera de oriente o sabrosos bizcochos de nuestra confitería favorita. Con ellas retamos a la bancarrota del tiempo. Con ellas, abuela y nieta jugamos a saborear los minutos eternos. Con ellas pagamos el insondable y fugaz misterio de la vida.  

miércoles, 9 de agosto de 2023

La UNED, al servicio del héroe

 





LA UNED, AL SERVICIO DEL HÉROE                                                    08.08.2023

    En este tórrido verano en el que nos venden la heroicidad enlatada en versión americana dentro de una caja fucsia, quiero reivindicar a los héroes anónimos, locales, que andan ocultos en nuestras calles y barrios y que, seguramente, mientras los demás descansamos, están trabajando o estudiando.

    Imaginemos que no se llaman Ken o Barbie sino Antonio o María del Mar, por ejemplo. Imaginemos que tienen padres, hijos y trabajo. Imaginemos que madrugan para atender las obligaciones con todos ellos y a lo largo del día van cambiando de tarea sin descanso. Además, han retomado aquella lejana inquietud de mejorar su vida profesional y se ha matriculado en la UNED. Después de todos esos compases de espera que la vida les ha dibujado, ahora quieren obtener el título de bachillerato y andan peleándose con los comentarios de texto, las matemáticas o el inglés. Y esto los obliga a pedirle otro esfuerzo al despertador y ponerlo antes de las seis o a caer dormidos sobre los libros a la una de la madrugada.

    En nuestra sociedad, el conocimiento y el esfuerzo están bastante denostados. El sistema educativo está lleno de defectos y desatinos pero posee la gran virtud de que en el momento en que una persona decida mejorar sus nivel educativo tiene al alcance infinidad de posibilidades e instituciones a su servicio.

    Y una de esas posibilidades la ofrece en los niveles superiores de forma encomiable desde hace más de cincuenta años la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Esta institución que hace un tiempo era rutinaria, asentada sobre casetes y fotocopias, ahora es una realidad viva y rica, que combina presencialidad con tecnología avanzada, materiales modernos y comunidades virtuales. Una institución que acompaña al alumnado adaptándose a su ritmo y ofreciéndole infinidad de servicios. Una universidad distinta enmarcada en el ámbito educativo europeo con el mayor número de estudiantes del país.

    Facultades, escuelas técnicas, centros asociados, centros en el exterior, idiomas, cursos de verano, UNED senior, actividades de extensión universitaria, multitud de grados, grados combinados, másteres universitarios, programas de doctorado, formación permanente, formación en centros penitenciarios y para soldados en misiones internacionales, grupos de investigación, convenios con empresas, proyectos I+D+I, acuerdos de formación internacionales, biblioteca con sello de calidad, orientación y empleo, bolsa de prácticas, oferta cultural y deportiva en abierto,...

    Estos son solo algunos ejemplos. La realidad pueden verla al alcance de un clic o en las propias aulas. Y ahí está Antonio que en estos días sigue preparando ese examen pendiente de septiembre. “Seño, esto a mí esto no me sale”. Lo recuerdo tomando notas y preguntando dudas, quejoso de sus dificultades pero sin cejar en el empeño, tropezando, volviendo a intentarlo y superándose cada semana.

    Estos héroes sí merecen que mis palabras se confabulen para construirles un monumento. Aunque este texto lo entienda a medias y me repita: “Seño, con el texto de esta semana te has lucío” sé que en el fondo de su mirada ilusionada y su sonrisa pícara, lo ha comprendido. Adelante, siempre adelante. 

miércoles, 12 de julio de 2023

Entre urnas

 



ENTRE URNAS                                              10.07.23

 

     Hay rutinas que se repiten en la transición entre la primavera y el verano. La recta final del curso, los planes de vacaciones, los primeros días de calor aciago, los exámenes, el cansancio,… Nada nuevo.

     La novedad procede del ámbito político. Cada localidad ha elegido sus corporaciones municipales con normalidad democrática, a veces con sorpresas y curiosidades, por ejemplo, empate de votos que ocasiona que se elija el alcalde con una moneda al aire. En Jaén, un resultado muy cercano entre las dos fuerzas más votadas.

     Esto evidencia la importancia de un voto, de cada voto. La voz de cada uno de nosotros por un día. Me recuerda a los recientes exámenes de selectividad u oposiciones en los que décimas o centésimas de punto pueden determinar el resultado y el destino de los examinandos.

Tras unas semanas de negociaciones se ha impuesto un escenario nuevo con la presencia determinante de "Jaén merece más". La lista más votada se ha obviado y el nuevo partido se ha inclinado hacia el árbol que más sombra da en la actualidad. 101 medidas propuestas con altos objetivos más allá de lo municipal dan para mucho.

     Recuerdo la primera columna que escribí en este periódico en la que defendía que Jaén merece mucho más. Espero que ahora que tienen la oportunidad, no quede en agua de borrajas.

     El último mes no ha podido tener más emoción y tras unos días de gobierno ya hay algún paso atrás en forma de dimisión. Las coaliciones son difíciles así que se avecina una legislatura con más sorpresas que "Juego de tronos". La seguiremos con intriga y esperanza para esta tierra demasiadas veces ninguneada.

     Y antes de aliñar el potaje local, el presidente del gobierno nos reclama para las elecciones nacionales en pleno verano. Los españoles nos quedamos patidifusos ante esta noticia. Recuerdo memes graciosos y reacciones con las que nos identificamos, como la de la periodista Angels Barceló.

     Así que nosotros en lugar de andar entre chiringuitos o entre pucheros como andaba Dios según Santa Teresa, este mes toca estar entre urnas. Seguro que hay imágenes curiosas en esta campaña en las que los candidatos intentarán vender la moto acuática en playas y piscinas. Otra vez más recae sobre el ciudadano hacer un esfuerzo extra para cumplir con el deber democrático. O a lo mejor lo que interesa es ponérselo difícil. Los resultados y el futuro político, con sanchismo o sin él, ya se verán.

     En cualquier caso, ante tantos cambios, ante tanto equipo de gobierno con zapatos nuevos, comparto la petición que les hizo a todos ellos Alberto Conejero en los premios Ideales 2023 hace unos días en Jaén: "Os pido que creáis en la cultura. Lo que se da en cultura no es un gasto sino una inversión. La cultura hace territorio, hace nacionalidad, hace identidad, tiene rendimiento económico, crea ciudadanos más libres, con más fondo ético y moral [...] La cultura genera confianza para poder hacer de Jaén una tierra próspera, feliz y libre". Amén. 


martes, 6 de junio de 2023

¿Inteligencia?

     


                                                                                   Enlace a Ideal Jaén


¿INTELIGENCIA?                                                                            04.06.2023

    Todos recordamos cuándo apareció Internet. Desde entonces, instalamos programas, descargamos información, usamos redes sociales, aceptamos cookies,… la mayoría de las veces sin conocer dónde nos metemos. Ya se sabe, la letra pequeña. Tras lo supuestamente gratuito, somos nosotros la mercancía.

    La tecnología ha permitido avances impensables pero también nos ha atontado haciéndonos adictos a ella. Con los móviles nos aislamos, nos convertimos en zombies y nos relajamos como si fuera el chupete de los adultos. Nunca hemos estado tan hiperconectados y al mismo tiempo tan solos.

    Asociamos tecnología a progreso, a primer mundo, a modernidad. Aunque hace unos días leí en la novela “Marina” de Ruiz Zafón un fragmento que me dio una bofetada: “¿Qué clase de ciencia es esa, capaz de poner un hombre en la Luna pero incapaz de poner un pedazo de pan en la mesa de cada ser humano?”.

    En educación, se fomenta su uso con ingentes partidas económicas. En el ámbito familiar, ponemos un aparato en manos de un bebé y elogiamos su habilidad para tocar la pantalla.

    Paradójicamente, no hacen lo mismo los colegios elitistas en los que se escribe a mano, se hacen manualidades y juegos, se fomenta el contacto con uno mismo y con el entorno, ... todo ello sin pantallas. Algo sabrán del tema los prebostes del negocio tecnológico como Steve Jobs o Bill Gates que han limitado o directamente prohibido el uso de la tecnología a sus hijos hasta una determinada edad.

    Recientes investigaciones de universidades americanas están comprobando que el cociente intelectual de la población está descendiendo por primera vez en el último siglo. National Geographic menciona la contaminación, la alimentación, los sistemas educativos y el aumento negativo del uso de las redes sociales como principales causas de este descenso. Hay caídas en lógica, vocabulario y resolución de problemas, entre otras habilidades. Esto afecta por ejemplo al desarrollo cognitivo, a la reflexión o al pensamiento crítico.

    Por otra parte, no será la COVID el hito más importante del s. XXI. Vamos a asistir a un cambio histórico sin precedentes a través de la Inteligencia Artificial. El mundo que se está gestando no es futuro sino presente y provoca tanta curiosidad como inquietud. Son muchas las herramientas que están compitiendo en una carrera imparable por instalarse en nuestras vidas. Quienes hemos probado aplicaciones como ChatGPT, hemos visto sus increíbles posibilidades en creación de textos, que paulatinamente se irán perfeccionando.

    Ante esta nueva realidad, ha ocurrido un hecho insólito. Elon Musk junto con más de mil expertos han pedido pausar los avances en investigación de Inteligencia Artificial porque “podría poner en riesgo a la Humanidad” y lo comparan con la tecnología nuclear.

    La ficción ya se ha adelantado abriendo camino en libros, series y películas. Todo cambiará, desde la educación, el mercado laboral hasta el cuidado de las personas mayores. Habrá importantes beneficios como avances en investigación, manejo de gran cantidad de información, reducción de errores o automatización de procesos. Como contrapartida habrá pérdida de seguridad, de veracidad de la información, confusión, control o falta de libertad. Esto ocasionará problemas políticos, sociales o éticos.

    La Inteligencia Artificial es útil si se utiliza adecuadamente. Pero debemos ser conscientes de que estamos jugando con fuego, no hay una regulación legislativa y además, vivimos en una sociedad sin valores en la que el acuerdo no es fácil y en la que solo interesa maximizar los beneficios económicos.

    Se están creando superhombres, máquinas dioses superinteligentes, que no cometen errores humanos y les estamos dando todo el poder para que nos dominen. La Inteligencia Artificial hará lo mismo que el cerebro humano pero con mayor rapidez y exactitud. Mientras tanto, nosotros perdemos habilidades. No parece muy inteligente por nuestra parte. Me recuerda a aquellos mitos clásicos en los que los dioses controlaban y sometían a los hombres.  

    La tecnología es apasionante, pero no es lo mismo el uso, o incluso el abuso, que este salto tecnológico que nos esclavizará. Si las máquinas lo hacen todo, estamos abocados a dejar de pensar, de razonar y de existir. “Pienso, luego existo” dijo Descartes. ¿Será la Inteligencia Artificial la que busque vida inteligente entre los humanos? ¿Vivirá por nosotros?

    Esperaremos sin miedo, con cautela, abiertos al progreso, lo que nos depara el futuro artificial y deshumanizado que se avecina. Las abuelas de mi infancia resumirían estas alternativas con dos expresiones: “Hay que abrazar lo que venga” o “Señor, llévame pronto”. Pues eso, esperaremos.

    Mientras tanto seguiré escribiendo a mano, oleré las rosas de mi jardín, caminaré entre los árboles, amasaré pan, cocinaré recetas familiares que no conoce ChatGPT, cometeré errores y releeré para no olvidarlo el poema “Beso artesanal” de Mario Benedetti”: “De los medios de comunicación/ en este mundo tan codificado/ con Internet y otras navegaciones/ yo sigo prefiriendo/ el viejo beso artesanal/ que desde siempre comunica tanto”.

miércoles, 19 de abril de 2023

La fuerza de la palabra






                                                LA FUERZA DE LA PALABRA                                                19.04.2023

    Estamos en época de mociones de censura, campañas electorales,  guerras enquistadas, negociaciones rotas y huelgas en media Europa. En resumen, problemas por doquier. Ante todos estos frentes, la mayoría de las veces se opta por la polarización, la falta de flexibilidad y de diálogo. Y en los casos más extremos, por la violencia. Encasillamos a los demás y hacemos oídos sordos a sus razones. Creemos que con ceder un ápice, vamos a perder nuestra parcela de poder.

    Por otra parte, veo en los centros educativos cómo progresivamente se amplían las horas de oratoria y debate. Se han multiplicado los torneos en los institutos: en el centro, a nivel provincial, autonómico,... Y con muy buena acogida. En la provincia de Jaén han participado veinticuatro equipos este año. Y en toda Andalucía, muchos más. No solo en español, también en inglés y francés. Los mejores equipos de cada provincia irán a la final autonómica que se celebrará en Granada en abril.

    Con esta actividad, los adolescentes se inician en la investigación y el conocimiento en profundidad sobre un tema a través de fuentes fiables, sin titulares sensacionalistas o información sesgada. Es un aprendizaje duro pero beneficioso a largo plazo. Además, aprenden a hablar en público y a dominar la retórica y la oratoria. Me alegra ver cómo distinguen falacias y manipulaciones y son avezados en el arte de la persuasión. Contemplo sus ojos atentos escuchando la valoración de los jueces.

    En medio de la incertidumbre que rodea al mundo educativo, de esto sí podemos estar plenamente seguros de su eficacia. Los jóvenes introducen, argumentan, refutan, sintetizan, matizan, improvisan preguntas y respuestas,... Y así podríamos seguir enumerando más bondades sobre el debate.

    Cuando los equipos se van curtiendo año tras año, se adquiere una soltura envidiable. Todo esto no sería posible sin profesorado implicado. Solo ellos saben las horas que les dedican, horas que no aparecen en ningún horario. Y cuando llegan las semifinales y las finales, asistimos a una brillante puesta en escena, parecido a las de un mundial de fútbol. Construyen belleza y sabiduría, vencen y convencen a través de sus palabras. “Tristes armas si no son las palabras” decía Miguel Hernández. Nos dan una lección de madurez que nos deja apabullados. Os aseguro que verlos debatir es de las pocas experiencias que me hacen tener esperanza en el futuro.

    Con ese intercambio de posturas, con ese dominio de pros y contras, crecen siendo menos radicales, más empáticos y más demócratas. Y al público nos invitan a pensar, sentir, oscilar entre las dos posturas trazando caminos hacia la verdad.

    Lo triste es que les enseñamos todo esto para después abocarlos a ese desierto espantable, a esa morada de fieras que es el mundo. Un mundo en el que muchos adultos quizás no estemos a la altura. Ojalá que no pierdan la frescura y la autenticidad. Y cuando les toque abandonar el salón de actos del instituto para defenderse en el mundo, su mejor arma siga siendo la fuerza de la palabra.