EL PARAÍSO DE LA POBREZA 20.10.2024
Hace unos días la Agencia Tributaria ha publicado unos datos sobre los municipios con menor renta de España. De los veinte que aparecen, quince son andaluces, mayoritariamente de la Andalucía Oriental. ¡Ay, mi Andalucía Oriental! Y concretamente cinco, de la provincia de Jaén. A nivel andaluz, también Jaén es la provincia más pobre. Por comunidades, Andalucía y Extremadura son las regiones con las rentas más bajas. Así que ahí estamos, en el fondo del fondo.
Los representantes locales hablan en los medios de falta de inversiones, de malas comunicaciones y éxodo rural que condena a sus pueblos al abandono. También del monocultivo del olivar amenazado por la desertización. Y de paso, le echan la pelota a los de la otra administración, a los del tejado contrario. Ya en el siglo VI a. de C. el filósofo chino Lao Tse se preguntaba: “¿Se podrá amar y gobernar un país sin recurrir a subterfugios o hipocresías?”.
La pobreza económica es, sin duda, uno de los mayores problemas que atenaza a la provincia. Además, nos desangramos con la continua pérdida de población: casi veinte mil personas en los últimos cinco años. Unas cifras que deberían descorazonarnos.
Aparte de la pobreza económica, me preocupa la pobreza cultural, que creo que influye directamente en la primera. Incluso en algunas localidades que aparecen con rentas más altas viven en un erial cultural, de espaldas a su patrimonio y hacinados en el aislamiento mental y en el analfabetismo.
A veces la riqueza económica aporta “calidad de vida” exclusivamente a nivel material. Gran parte de la población desconoce sus raíces, no lee, no crece, no forma parte de ninguna asociación social o cultural, no reivindica mejoras en sus pueblos y vive sumida en la superficialidad de la globalización, las estridencias y el espectáculo barato y de mal gusto.
He constatado cómo en una provincia tan plena de naturaleza, muchos de mis alumnos no conocen espacios naturales de gran valor en su propio pueblo. Sus paseos por el campo llegan solo hasta el cortijo familiar.
Efectivamente, se necesita dinero. Pero también falta trabajo en educación y cultura, en emprendimiento, en imaginación y en amor hacia lo propio. El dinero sin un proyecto, sin consolidar lo exclusivo de cada lugar se evapora con facilidad. Qué buen ejemplo nos han dado nuestras estrellas Michelín ligando el pasado con la modernidad.
He asistido estos días a la feria de turismo Tierra Adentro y al Encuentro de escritores de Jaén. Hay mucha calidad en nuestro paisaje y en nuestro paisanaje. Y seguro que en otros campos ocurre lo mismo. Quizá solo falta creérnoslo, cambiar mentalidades y atavismos, aprender de buenos modelos, unir fuerzas y trabajar en la misma dirección para desterrar la pobreza del paraíso. No solo del paraíso jienense. En estos días de Hispanidad, quizá es una de las mayores enfermades del paraíso español. Me viene a la memoria el dolor por España de los noventayochistas, la imagen machadiana de una España “vieja y tahúr, zaragatera y triste” que no conseguimos erradicar.